Nicolás el Grande, un Líder Europeo

Publicado el 03 diciembre 2011 por Jmbigas @jmbigas
Por fin he oído a un líder político europeo hablar con claridad, realizar un diagnóstico certero del origen de la crisis, contar con crudeza lo que podría pasar si se deshace el Euro, y explicar lo que hay que hacer (y se va a hacer) a continuación.

(Fuente: elysée)

Nicolas Sarkozy, Presidente de Francia, dirigió este jueves un discurso de gran trascendencia, en Toulon, a un auditorio , ciertamente entregado, de 5.000 personas. De alguna forma, este discurso completa el ciclo que inició hace tres años en el mismo escenario, en Septiembre de 2008. Si podéis seguir más o menos un discurso en francés, os recomiendo vivamente que le dediquéis cincuenta minutos (que es lo que dura). Os aseguro que será un tiempo bien aprovechado. Tenéis el vídeo con el discurso completo en la web del Elíseo, incluida la redacción completa del discurso escrito (aunque en algunos momentos se salió del guión estricto). Aunque se indica en la transcripción que seul le prononcé fait foi, es decir que lo que vale es lo que dice y no lo que está escrito (que puede tener errores u omisiones). Conviene no olvidar que Sarkozy se enfrentará la próxima primavera a unas Elecciones Presidenciales, en las que opta a la reelección. El discurso de Toulon está dirigido a los franceses, a sus electores, por supuesto, pero tiene una dimensión y un calado que lo hace muy atractivo para todos los europeos y para cualquiera interesado en ver de qué forma analiza y se expresa un auténtico líder político. Inevitablemente estamos un poco entontecidos, algo anestesiados y ciertamente desencantados de oír a los dirigentes de la Unión Europea (la mayoría con perfil de funcionarios, más que de políticos o de líderes) intentando explicar la situación y esbozar las posibles soluciones. Sarkozy parte de su compromiso de decir la verdad a los franceses. El compromiso que asumió ya en Septiembre de 2008 (en su anterior discurso en la misma sala, que revisa ampliamente) cuando algunos pensaban que era mejor callar para no crear el pánico. Tres años después, se puede deplorar que las acciones no se hayan tomado con la suficiente rapidez, o que no hayan sido de la suficiente amplitud, pero se ha conseguido que ni un solo Banco francés haya cerrado sus puertas y que ni un solo ciudadano haya perdido ni un céntimo de sus depósitos. Y todo ello, dice, sin que le haya costado un solo euro a los contribuyentes.

Este viernes, Sarkozy se ha reunido en París con
David Cameron, el Primer Ministro del Reino Unido
(P. Segrette; Fuente: elysée)

Pero ha vuelto el miedo, ese miedo que destruye la confianza. Un miedo que paraliza a los consumidores, que impide que los inversores inviertan, que los patronos creen empleo, que los Bancos presten dinero. Y ese miedo tiene un nombre, y es que Francia pierda el control de su destino. La crisis que antes golpeó duramente a los Bancos, ahora golpea a los Estados. A todos los estados desarrollados, hayan sido gobernados por la derecha o por la izquierda, sin importar las decisiones políticas que hubieran podido tomar en las últimas décadas. De nuevo, insiste, la única fórmula para conjurar ese miedo es decir la verdad a los franceses. Sarkozy realiza a continuación un diagnóstico, creo que lúcido, del origen de esa crisis, que lo remonta a las decisiones tomadas a finales de los años 70. En la implantación de una globalización (mundialización) sin más reglas que las que garantizan el libre comercio, está el origen de las dificultades actuales. Al mismo tiempo se instaló una globalización financiera para compensar los estragos que una mundialización sin reglas provocaba en la economía de los países desarrollados. Se necesitaba que los excedentes de unos sirvieran para compensar artificialmente el déficit de otros. Así se puso en marcha una máquina gigantesca de creación de deuda. Y todos los países desarrollados no encontraron otra solución que la huida hacia adelante por el camino de la deuda creciente. Cuando esa huida ya no es más posible, porque nadie presta el dinero, debe empezar un nuevo ciclo económico. En el crecimiento incontrolado de la Deuda, cita a Francia por su gran endeudamiento público, pero con ahorro privado; al Reino Unido y a España con un gran endeudamiento privado; y a Estados Unidos con endeudamiento enorme tanto público como privado. Sarkozy propone una tercera via para enfrentarse a la crisis, que es responder con el trabajo, con el esfuerzo y con el control de los gastos. Un ajuste por lo alto, frente al ajuste por lo bajo que supone tomar la austeridad como única opción. Esta es una elección que preserva el nivel de vida. Claro que supone preferir trabajar más en lugar de bajar los salarios, y trabajar durante más tiempo en lugar de bajar las pensiones. Lanza las correspondientes pullas a los socialistas franceses, afirmando que la jubilación a los 60 años y la jornada de 35 horas fue, simplemente, un error fatal. Sarkozy maneja con maestría todos estos conceptos, para consumo interno de los ciudadanos franceses. Hasta que aborda con firmeza el tema de Europa, la Unión Europea y la Zona Euro. Salir del Euro, o que el Euro se rompa, no es una opción. Para Francia, por ejemplo, convertiría la Deuda en absolutamente inmanejable, y en la práctica supondría multiplicar por dos el esfuerzo necesario para pagarla. Pone a Francia junto a Alemania al frente de lo que llama repetidas veces una mayoría cualificada (¿una sugerencia de las dos velocidades?). La conclusión es que hay que refundar Europa, ya que tanto el Tratado de Maastricht como el de Schengen han mostrado sus debilidades, y deben reformarse. Europa debe refundarse, y ello en torno a la disciplina de todos los países. De forma nada velada, Sarkozy carga contra el dumping y la competencia desleal. Tanto de terceros países que no exigen los mismos estándares laborales que se exigen en Europa (no cita a China, pero blanco y en botella) como de los países de la Unión que utilicen las subvenciones para generar elementos de competencia desleal (no lo cita, pero la diatriba va para Irlanda). Y lanza también advertencias sobre la inmigración descontrolada. La verdad es que resulta reconfortante escuchar a un líder político de uno de los grandes países de Europa, cómo diseña un camino de salida para la crisis. Especialmente cuando estamos ya tan habituados a discursos mediocres y grises, sin claridad de ideas, y sin ninguna conclusión que resulte esperanzadora. Nicolas Sarkozy no es especialmente santo de mi devoción. Pero reconozco su talla excepcional de líder político, de visionario. Porque de esta crisis sólo podremos salir recreando muchas cosas, imaginando otras formas de hacerlas. En definitiva, innovando y poniéndole imaginación. Se podrá estar de acuerdo o no con las conclusiones de Sarkozy, pero hay que reconocer que su visión es completa y coherente, su diagnóstico es creíble y el tratamiento que propone despierta la ilusión. Virtudes todas ellas de las que carecen los portavoces habituales de la UE, y la mayoría de cargos políticos, cuya misión parecería limitarse a la gestión de la crisis, pero no a su resolución. Francamente, tranquiliza un poco, e ilusiona, ver que en la cabina de mandos hay alguien con la visión y el empuje de Sarkozy.  Insisto en que, si podéis dedicarle un rato, escuchéis el discurso. Merece la pena. JMBA