Comienzos de los años ’50: el maccarthismo reina en los Estados Unidos y Hollywood, lejos de hallarse al margen, es uno de los principales objetivos. Ante la disyuntiva de colaborar con los tribunales o arriesgarse a una marginación de la industria, en 1952 Elia Kazan se presenta voluntariamente a declarar ante el Comité de Actividades Antinorteamericanas, delatando a varios miembros del Partido Comunista, del cual el mismo había formado parte.
Dos años después de este episodio, se estrena Nido de ratas, narrando la historia de un sindicato de estibadores controlado por el líder mafioso Johnny Friendly, que lo utiliza para enriquecerse a costa estafar a trabajadores y empresarios. Tras una serie de crímenes, Terry Malloy (Marlon Brando) se va a encontrar frente al dilema de colaborar con la investigación policial o encubrir el crimen de quienes hasta ese momento son sus amigos y compañeros. Edie Doyle, hermana de una de las víctimas, y el padre Barry intentaran convencerlo para que declare ante la justicia.
¿Que es lo que diferencia a un traidor de alguien que colabora con una investigación policial? ¿Se trata solo de puntos de vista diferentes? Si los dictados de la conciencia se enfrentan a la lealtad y las amistades, ¿por cuales se debe optar? En torno a estas cuestiones se halla la esencia de esta gran película en donde, sin lugar a dudas, los dilemas de conciencia de su director juegan un rol central.
Muy recomendable
El ojo del espectadorEscribe hoy: Nicolás Fernández
Título original: On the WaterfrontDirección: Elia KazanGuión: Budd SchulbergElenco: Marlon Brando, Eva Marie Saint, Karl Malden, Lee J. Cobb