No hace mucho que estuvimos por Sevilla, os he dicho siempre que me fascina la ciudad, sus calles, su aire, su arte, sus gentes... Aquel día, ya metida la noche, paseando, tropezamos con un local en donde varias personas se reunían y hablaban en tono alegre y amistoso. El ruido que llegaba a la calle podía ser perfectamente de un bar del barrio de Triana. Mientras dilucidábamos si entrar o no y unirnos al grupo, se nos acercó Isabel y amablemente nos invitó a pasar dentro. No, no era un bar, era un comercio de productos del mar, nos explicó su dueña. "Se presentaba en sociedad una cerveza" y para ello habían dispuesto para acompañarla algunas tapas exquisitas a base de salazón de pescado y que servirían de paso para degustarlos. Estuvimos muy a gusto, de eso se encargó Isabel, y nos explicó a qué se dedica su tienda: "Cómete el mar". Se ha esmerado para conseguir que todo lo comestible del mar esté en sus estanterías, pero no cualquier producto, sino productos de gran calidad. Cualquier cosa que se os ocurra allí está. Me he enterado que prepara lotes selectos para enviar, no lo tenemos complicado si vivimos lejos, haciendo un pedido enseguida lo tendréis en casa.
De su tienda me traje un caviar de oricios asturiano, recomendado por ella, y hoy será protagonista como guinda de un pastel sobre estos nidos.
Ingredientes para dos nidos:
- Puerro 1.- Harina suficiente para rebozar.- Huevo 1.- Aceite de oliva virgen extra (AOVE).- Sal.
- Patata pequeña 1.- Rábano picante grande 1.- Cebolla un casco.- Pimienta recién molida.- AOVE 1 cda. sopera.- Sal.
Para el emplatado:
- Huevas de erizo asturiano.- Mermelada de cerveza canadiense.
Elaboración:
Limpiar el puerro (parte blanca). Cortar en tiras parejas de mediano grosor. Rebozar dos veces en harina y huevo batido.
Adaptar las tiras a un colador de rejilla y presionar el fondo y las paredes con el dorso de una cucharita. Recortar con las tijeras los flecos más largos.
Freír en aceite caliente hasta que se doren los nidos. Retirarlos, con cuidado de no romperlos, a un papel absorbente.
Los calentaremos de nuevo en el aceite, o en el horno si a la hora de servir se hubiesen enfriado, deben estar calientes y mantener su textura crujiente.
Cocer los ingredientes de las quenelles con muy poca agua para que quede espeso. Cuando estén ablandados los batimos y hacemos un puré. Reservamos en la nevera. Se sirven frías.
Para servir disponemos los nidos sobre un plato o bandeja, rellenamos con una quenelle cada uno y esparcimos las huevas de erizo a nuestro gusto, sin miedo, yo me he quedado corta.
Acompañamos con mermelada de cerveza, adornando a nuestro gusto.
Si este plato se sirviera en un restaurante de postín rezaría en la carta: "Nidos de golondrina con quenelles frías de crema de rábanos y sus huevas de oricios sobre mermelada de cerveza canadiense", jajaja... ¡Y a preparar la cartera!