Nietzsche y el yoga: romper el velo de Maya o el poder creativo de leer mal (citas)

Publicado el 05 abril 2021 por Veronicanieto

"La miseria de la vida humana no se debe a un castigo divino ni a un pecado original, sino a la ignorancia. No a cualquier ignorancia, sino precisamente a la ignorancia de la verdadera índole del espíritu, ignorancia que nos hace confundir el espíritu con la experiencia psicomental, y atribuir 'cualidades' y predicamentos a ese principio eterno y autónomo; en suma, una ignorancia de orden metafísico. [...] el hombre, en efecto, cree que su vida psicomental -actividad sensorial, sentimientos, pensamientos, voliciones- es idéntica al Espíritu, al Sí-mismo. Confunde así dos realidades enteramente autónomas y opuestas, entre las cuales no existe ninguna verdadera conexión sino solo reacciones ilusorias, pues la experiencia psicomental no pertenece al Espíritu: pertenece a la Naturaleza [...]; los estados de conciencia son los productos refinados de la misma sustancia que está en la base del mundo físico y del mundo de la vida. Entre los estados psíquicos y los objetos inanimados o los seres vivientes no hay diferencias sino de grado. Pero entre los estados psíquicos y el Espíritu hay una diferencia ontológica: pertenecen a dos modos distintos del ser. La 'liberación' sobreviene cuando se ha comprendido esta verdad, recobrando entonces el espíritu su libertad originaria."

"Solo mediante el olvido de este mundo primitivo de metáforas, solo mediante el endurecimiento y petrificación de un fogoso torrente primordial compuesto por una masa de imágenes que surgen de la capacidad originaria de la fantasía humana, solo mediante la invencible creencia en que este sol, esta ventana, esta mesa son una verdad en sí, en resumen: gracias solamente al hecho de que el hombre se olvida de sí mismo como sujeto y, por cierto, como sujeto artísiticamente creador, vive con cierta calma, seguridad y consecuencia; si pudiera salir, aunque solo fuese un instante, fuera de los muros de esa creencia que lo tiene prisionero, se terminaría en el acto su 'conciencia de sí mismo'. Le cuesta trabajo reconocer ante sí mismo que el insecto o el pájaro perciben otro mundo completamente diferente al del hombre y que la cuestión de cuál de las dos percepciones del mundo es la correcta carece totalmente de sentido, ya que para decidir sobre ello tendríamos que medir con la medida de la percepción correcta, es decir, con una medida de la que no se dispone. Pero, por lo demás, la 'perceción correcta' -es decir, la expresión adecuada de un objeto en el sujeto- me parece un absurdo lleno de contradicciones, puesto que entre dos esferas absolutamente distintas, como lo son el sujeto y el objeto, no hay ninguna causalidad, ninguna exactitud, ninguna expresión, sino, a lo sumo, una conducta estética, quiero decir: un extrapolar alusivo, un traducir balbucente a un lenguaje completamente extraño, para lo que en todo caso se necesita una esfera intermedia y una fuerza mediadora, libres ambas para poetizar e inventar."