Olivia Peters es una niña de 12 años, que tras visitar el bosque Forest, notó una gran cantidad de árboles marcados con pintura naranja y unas extrañas etiquetas enumeradas para ser talados, la indignación llevo a la niña a escribirle una carta al alcalde. Peters simplemente, cogió la pluma y dijo lo que tenía que decir, para evitar que uno de sus lugares favoritos fuese destruido, el cual formaba parte del paisaje de su infancia.
“Estamos muy decepcionados porque este bosque se encuentra en la zona donde crecí y donde actualmente estoy creciendo, y yo no quiero pensar en él como un lugar para nuevas viviendas. Algunos árboles del bosque tienen casi 100 años de antigüedad y no es justo cortarlos. (…) Mucha gente dice que usted está haciendo esto para el futuro de Surrey. Bueno, yo y muchos de mis amigos y sus familias también somos el futuro de Surrey, y si planes como éste siguen contando con su permiso, no habrá futuro para Surrey”.
La humilde súplica de Olivia fue la primera chispa que encendió todo un reguero de peticiones en el mismo sentido, cuya fuerza acabó por dinamitar el plan que implicaba la tala. En concreto, fue decisiva la publicación en un periódico local de su carta para provocar un efecto bola de nieve que hiciera posible tan loable propósito.
La preservación del bosque gracias a esta inesperada gesta permitirá que futuras generaciones puedan disfrutar del valioso entorno verde, además de simbolizar lo que se puede conseguir cuando se habla con el corazón y se es solidario.
Lógicamente, toda esta historia con final feliz llena de orgullo a su madre, quien la define como una persona buena, idealista: “Ella es muy apasionada con todo. Tal vez algún día ella va a cambiar el mundo o al menos a intentarlo. En este momento está tratando de cambiar una pequeña parte, la que le es más cercana”.
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