Niña Pequeña no vota.
No sabe nada de política, organización territorial, presupuestos, nacionalismos más o menos desvergonzados, lenguas cooficiales, planes de estudio. No conoce aún la verdad del sistema (des)educativo en el que está inmersa, no es consciente de que la democracia tiene mucho de cracia -la arjé, el poder- y poco de demos -el pueblo, pero pueblo al fin y al cabo. No le he dicho que dejará de creer en su país dentro de unos años y que sólo tendrá cara, rostro, deseos, ilusiones y alguien cuando su carnet de identidad marque ya 18 años.
Niña Pequeña no sabe aún que lo suyo es pura utopía del sesetayocho.