Ningunear

Por Antonio J. Alonso Sampedro @AntonioJAlonso

Cuando hace algunas semanas leía que Giovanni Mongiano, un veterano actor italiano de 65 años y 45 de ejercicio profesional, quiso representar íntegro su monólogo de 80 minutos ante un teatro completamente vacío al no haberse vendido ninguna entrada, supe que le debía un artículo que quizás a muchas otras víctimas del ninguneo también les pueda interesar.

Sin duda, el caso de Mongiano pueda parecer un tanto singular por su teatralidad, pero en esencia explica mucho de lo que a todos nos ocurre en la vida normal y es ya costumbre social: el ninguneo como deporte nacional o incluso internacional.

Ningunear no es menos ni más que la acción de menospreciar a otra persona a partir de una indiferencia que lleva a la desconsideración total de lo que nos quiere proponer y tratar. Y para ejemplo de esto y que a todos nos pueda tocar, algo que en la actualidad es tan habitual: el no contestar.

El no contestar se ha convertido hoy en el santo y seña del ninguneo más informal. No responder a cualquier tipo de comunicación (claro, que sea seria y cabal) es el peor desprecio que se pueda dar. Incluso mayor al insulto, la burla o la ofensa pues estas trasladan la insolencia de quien quiere disputar mientras que el silencio, la cobardía de la falta de personalidad. No contestar es una manera equívoca y medrosa de evitar el mal trago de manifestar un “no”, creyendo así con ello preservar la propia imagen y no incomodar al interlocutor. Interlocutor que, no nos equivoquemos, siempre recibirá el silencio como la peor señal de subestimación personal.

Hasta tal punto se ha llegado a generalizar el ninguneo del silencio comunicacional que, incluso en asuntos comerciales, da lo mismo que seas vendedor o comprador a la hora de conseguir una contestación: todo lo que viene a importunar se oculta en el cajón de esas gestiones mudas que están logrando llenar este mundo de la más desesperante informalidad.

En la próxima ocasión que me pretendan ningunear me acordaré de Giovanni Mongiano, el actor que se supo reivindicar…

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro