Niño a la cama... de los papás

Por Noelia-Golosi @ElBlogDeGolosi
Muertica matá, como diría cierta amiga mía. Así es como estoy desde hace varios días. Y no sólo porque me acueste a la 1 ó las 2 ó las 3 de la madrugada (Gracias blog. Gracias twitter. Gracias Reader). Más bien se debe a las malas noches que estamos teniendo debido a los mocos de Míster. Le acostamos y suele dormirse bien, previo Rinhomer y aspiración. Ya antes de acostarnos nosotros hemos ido un par de veces a ponerle el chupete y calmarle, lo que suele costar bien poco (segundos). Pero una vez estamos en la cama... Uff, cuando llevamos tres veces que nos hemos levantado y el ponerle el chupete no funciona, principalmente porque con él no puede respirar ni aun Rinhomer mediante, mi señor esposo y padre de la criatura lo trae a nuestra cama, en un intento por descansar todos. El resto de la noche nos la pasamos entre meneos, chupeteos y recolocaciones, pero desde luego, mejor estamos (los tres). Y algo más dormimos.
Llevamos así varias noches, algunas que a las dos ya está en nuestra cama, otras que ya es por la mañana. Y claro, como madre con sus ex-manías, ex-principios y ex-formadehacerlascosas pues cada vez que ponemos a Míster entre nosotros, me pregunto si estaré haciendo bien. Y a la vez me siento mal por hacerme esta pregunta, porque sé que sí, al fin y al cabo es lo que mi instinto y mi sentido común me dicen. Y mi cuerpo.
Cuando Míster está sin mocos, o estos no le impiden respirar, se mediodespierta, hay noches que varias veces, pero es ponerle el chupete y listo, vamos, ni llega a abrir los ojos. Y aunque así también tenemos que levantarnos, es tan breve el momento que a penas ni nos enteramos. Y eso sí, nos turnamos, que cuando llevo ya dos o tres levantadas y la cosa se repite... patadón a Papagoloso para que tome el relevo. Pero claro, una cosa es hacer un kit-kat de 20 segundos en tu sueño para ponerle el chupete y otra muy distinta tener que moverlo, cantarle, aspirarle, calmarle, cogerlo...
He aquí una de las grandes diferencias entre la primera maternidad y la siguiente, sobre todo referidas a prejuicios. A Miss sólo la metimos en nuestra cama cuando queríamos tenerla controlada por estar malita, o al menos eso es lo que recuerdo. Aun me veo a mí pasando las noches en vela en su habitación, con ella en la cuna o en mis brazos, meciéndola estando yo muerta del cansancio, el sueño y casi la desesperación. Bien es cierto que nunca dejé que llorara mucho, pero tampoco hizo falta trasladarla a nuestra cama (aunque siempre tuve claro que de seguir mucho tiempo maldurmiendo acabaría colechando). Estuve ahí siempre que lo necesitó y no escatimé en darle brazos ni acompañamientos, pero en su cuarto. Ahora... uff, ahora se me hace cuesta arriba y no soy capaz de ese sacrificio. Con Miss pensaba que el sacrificio era entonces o más tarde y actué en consecuencia. 
Ahora no lo tengo tan claro. No tengo claro que por acostar a Míster con nosotros luego no quiera ni ver su cuna. Ni tengo claro que en caso de que eso ocurra suponga un problema para nosotros ni devenga en un desastre familiar-conyugal. Y es que esto no es una regla matemática y no todos los niños ni los padres son iguales. Conozco casos de niños que colechando desde el principio, llegados los 2 ó 3 años se han ido sin queja alguna a su cama. Y niños que durmiendo bien siempre, ha llegado un día que han dicho que querían a mamá y papá para compartir catre. Y niños en los que va a temporadas. Y es que pasará lo que tenga que pasar, pero tengo claro (esto sí) que si doy por hecho ciertas cosas, actuaré en función de esta creencia, no dejando que surja nada de forma natural. Y es que los prejuicios (léase opinión desfavorable inmotivada previamente y sin conocimiento) relacionados con la crianza y la educación suelen causar más bien el efecto contrario a lo deseado. 
Pero eso sí, espero que esta rachilla acabe pronto y que una vez desaparecidos los mocos, o al menos esos mocosquenodejanrespirar, Míster prefiera dormir toda la noche en su cuna.