Hay veces que miras una pintura y te enamoras de ella. Esto es lo que me ocurrió y me sigue ocurriendo desde la primera vez que vi el cuadro de Katsushika “Boy viewing the Mount Fuji”.
Yo no soy amante de la pintura y como habéis podido comprobar apenas escribo sobre ello ya que no me apasiona. Si tengo que visitar uno pues desgraciadamente soy de los que pasa rápido por los pasillos y apenas se para a valorar las grandes obras que hay en su interior.
Sin embargo, con este cuadro me ocurrió algo que no me ha ocurrido antes y es quedarme maravillado mirando el paisaje e imaginándome lo que tiene que ser encontrarse en el lugar que está ese niño. Su composición me transmite calma y tranquilidad.
Curiosamente me llama la atención que los dos cuadros de los que he escrito en esta web son de Katshukika y que él fuese más admirado en los países occidentales que en su propio Japón, me asombra.
Una de sus pinturas más famosas y comentada en este blog “La gran ola de Kanagawa” también aparece el Monte Fuji. Algo que aparece a menudo en sus obras.
Yo no tengo ningún cuadro en casa y aunque en algunas ocasiones me han intentado regalar alguno siempre me he negado, pero esta pintura va a ser mi regalo de Reyes Magos y me apetecía compartirlo con vosotros.
¿Os ha ocurrido algo parecido con alguna pintura en especial?