Niño obediente o niño feliz?

Por Anaperezllinares
Me he dado cuenta de que en estos tiempos que corren, los padres y la sociedad en general valoran más a un niño obediente que a un niño feliz.
Hoy por hoy predomina el pensamiento de que los padres que educan bien a sus hijos, crían niños "socialmente correctos", es decir, niños que te puedes llevar a cualquier parte porque se comportan correctamente y hacen caso a lo que dicen sus papás. Esos padres son aplaudidos por el resto por haber sido capaces de educar a sus hijos de la manera correcta..
Ahora bien, realmente es necesario "adiestrar" a tu hijo para que se este quietecito en una comida familiar o mientras los papás cenan con sus amigos? realmente le hace algún bien el tener que comportarse como un adulto desde su mas tierna infancia? o simplemente nos hace la vida mas facil?
Una vez más llego a la misma cuestión: en el tema de la crianza se valora solo en bienestar del niño o también juega un papel importante la comodidad de los padres? adaptamos nuestra vida a nuestros hijos o les educamos a ellos para que se adapten a la nuestra?
Creo que vivimos en un mundo de adultos y para adultos, donde los niños tienen un papel secundario y nuestra labor como padres es criar a nuestros hijos para que sean "adultos pequeñitos". Que adornen y hagan gracia, pero que no den guerra y nos dejen seguir con nuestras vidas.
David no se puede considerar un niño obediente, pero puedo decir con total seguridad que es un niño feliz. Un niño al que se le está dejando comportarse como tal , sin exigirle cosas ilógicas para su edad. Un niño al que no se le riñe o castiga por tener una rabieta, o por ponerse "pesadito" cuando se aburre o cuando no quiere permanecer en un lugar. 
Pero nosotros no somos aplaudidos por el resto de los papás, mas bien al contrario. El resto de papás no dicen "que buenos padres, que están  haciendo tan feliz a su hijo". Porque en general, los niños felices  no son niños obedientes, de esos que se quedan calladitos en un rincón mientras sus papás hace sus cosas. Son simplemente niños. Y para el resto del mundo resultan más molestos.
Debido a todo esto he decidido ignorar abiertamente a todo aquel que me dice que David es desobediente, o que lo estamos malcriando. Y no es ni prepotencia ni pensar que hago las cosas mejor que nadie. Es simplemente que he aprendido que és observando a mi hijo como me puedo dar cuenta de si lo estoy haciendo bien o mal, y que a su vez esos conceptos son muy variables en función de las prioridades de cada uno.
Para mí , lo prioritario es que David sea un niño feliz, y estoy muy satisfecha porque lo estamos consiguiendo. El que obedezca o haga esto o aquello antes o después no nos parece fundamental.
Así que, a pesar de las críticas de muchos, nos mantendremos en nuestra posición. Ver sonreir a nuestro hijo  de la manera que lo hace, con sinceridad y sin dobleces, con una sonrisa que le sale del corazón, es nuestra mayor victoria. Todo lo demás es secundario.