Niños autónomos e independientes

Por Zulema @MamaEsBloguera

El objetivo de todo padre es conseguir que sus hijos adquieran las capacidades necesarias para saber desenvolverse en la vida. Niños con personalidad, que sepan hacer las cosas por si mismos y no dependan del resto. Pero lograr esto no es fácil.

En primer lugar dependerá mucho del carácter y la personalidad del niño.

El padre debe saber hasta donde puede llegar su hijo y no forzarle a ser alguien que no puede ser, ya que esto es contraproducente para el niño. En lugar de incrementar su seguridad y confianza en si mismo, lo que hace es disminuirla.


Todo empieza desde que es un bebé, casi desde el primer día


Con esta base clara se pueden empezar a poner en práctica conductas que ayuden al niño a ser más independiente. El trabajo debe empezar desde que son bebés. Pensemos en un bebé permanentemente rodeado de atenciones, al que no se le deja experimentar ni descubrir su entorno. Los padres siempre preocupados porque a su hijo le pase algo tienden a sobreprotegerlo, no le dejan la libertad que necesitan y para cuando desean que sea más autónomo la misión se presenta mucho más complicada.

Se trata de dejar que el niño viva sus propias experiencias, siempre dentro de un entorno seguro y sin riesgos. Los padres pueden dejar que empiece a moverse solo, animándole ante cada pequeño paso. Esta forma de actuar hará que cuando sea más mayor ya tenga una conciencia adquirida de que puede hacer las cosas por si mismo, sin recurrir siempre a papá y mamá.

Esta autonomía a la hora de actuar le proporciona a su vez mayor independencia. Cuenta con la confianza suficiente para saber que es capaz de hacer las cosas sin ayuda, lo que a su vez refuerza su seguridad y mejora su autoestima.


La paciencia de los padres es fundamental


Educar al niño en la autonomía requiere paciencia por parte de los padres. Muchas veces se anticipan a sus acciones, por acabar antes o porque piensan que el niño no lo va a hacer bien. Esto es lo que hay que evitar. Se puede empezar con pequeñas responsabilidades que debe hacer el niño solo. Cosas como llevar su vaso a la mesa, recoger los juguetes, comer solo, desabrocharse la chaqueta… son acciones simples que hacen que el niño se sienta mayor, integrado en el resto de la familia y seguro de que cuenta con la confianza de los padres.

Desarrollar la autonomía en los pequeños es importante también porque les ayuda a ser conscientes de las situaciones de peligro, reconocerlas y por tanto saberlas evitar. Si no dejamos que el niño se exponga a estas situaciones, siempre con una seguridad básica, no sabrá identificar la fuente del peligro y estará por tanto más expuesto.

Los niños autónomos e independientes tienen más seguridad en si mismos y un nivel de autoestima más elevado, todo ello conlleva un mejor rendimiento escolar además de mejores relaciones sociales y por tanto un adulto más capaz y preparado para enfrentarse con ánimo a las situaciones que se le pongan por delante.