Las cuerdas de la guitarra en El infierno nos hacen mostrarnos de nuevo nostálgicos hasta que caemos en la cuenta que no estamos dentro de un disco de Ilegales en su versión más tierna, sino que son Niños Mutantes afligidos por el viento de poniente, ese que es frío y procede del oeste. De ese áurea teñido de recuerdos, caemos en otra de las grandes canciones del disco (si no lo son todas). Caerán los bancos es la traducción perfecta de la rabia y el armazón con el que muchos nos enfrentamos ante la crisis. Rabia contenida en deseos que se transmutan en la necesidad de salir hacia delante: “y al final caerán todos los banco, caerán y sus ruinas serán el cemento, la semilla de la nueva cacería y no oiremos vuestros lamentos. Y todo será mucho mejor que ayer” (¡temazo!). Una lógica vital que continúa en Empezar de cero, donde los sonidos de los ochenta se cuelan nítidos en este Náufragos, y que se traducen en un último refugio en Querer sin querer, donde el amor sale perdiendo.
El último tramo de este naufragio comienza con una magnífica Dame tu mano, donde las guitarras transitan por la senda de los grandes praderas que terminan en forma de acantilados. Llegados a este punto, Niños Mutantes nos enseñan el precipicio sin soltarnos la mano, para así no correr el riesgo de caer al vacío (es otro de los grandes temas del disco), porque es lo que nos gustaría hacer, ir en busca de la libertad sólo frenada por el viento. Volverás nos permite seguir indagando en lo dicho anteriormente, aunque aquí, son los teclados los que marcan el ritmo de nuestro corazón: “volverás, volverás… pero tú sabes que ese no es un buen plan, un buen plan, si te vas, volverás” (de nuevo nos arrebata otra gran canción). El pozo es un interludio más pausado dentro de la intensidad plena de rabia que existe en todo el disco, que acaba con Muerte de un ampli, como un nuevo ejercicio pleno de fuerza que es este Náufragos, un disco que contiene doce grandes canciones compuestas para vencer a la crisis.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.