¿Niños o criminales?

Publicado el 25 abril 2019 por Carlosgu82

Ocho años de detención en un centro especializado para adolescentes fue la condena que dictó el Juzgado 7 Penal del Circuito de Medellín en contra de un menor de 14 años que fue detenido el pasado 29 de marzo por su responsabilidad en el homicidio de dos personas.
El fatídico hecho ocurrió el pasado 27 del mes en mención cuando disparó en contra de Darío Alexis Hincapié y Mateo Cuesta en la ciudad de Medellín.
De acuerdo con la Policía Nacional, entre enero y marzo del 2019 han sido detenidos 3.618 menores relacionados con hechos delincuenciales, de los cuales 62 de ellos han sido por homicidios. Este año 3.236 menores de edad aprehendidos han sido hombres y 382 mujeres.
Pero los hechos aquí citados no son nuevos ni para el país y menos para la capital antioqueña. Quienes vemos esta ciudad desde la costa norte colombiana reconocemos su potencial en materia de desarrollo urbanístico y como sociedad a nivel general.
Sin embargo, no creo que sea fácil para un joven levantarse por la mañana y saber que hoy lo pueden o debe matar, preguntándose a él mismo si lo que estás haciendo le servirá para salir adelante a él y su familia. Pues al fin y al cabo, nadie sabe dónde cae la gotera de la casa ajena.
Claro está, tampoco estoy justificando los homicidios perpetrados por este joven. Aunque él no sea el responsable del reclutamiento de parte de las bandas criminales y la falta de presencia estatal que les brinde otra opción que los aleje de esta trampa mortal.
Entretanto, hay que decir que el problema es de vieja data. Desde hace 70 años los menores de edad en Medellín han sido utilizados por las estructuras criminales.
Hoy, se encuentra en una especie de alerta roja, pues más de 3.000 niños, niñas y adolescentes forman parte de las bandas criminales (bacrim), que con sus delitos tienen azotada a la ciudad.
En esta oportunidad el menor de edad estaría vinculado a la estructura criminal conocida como la ‘Torre’, la cual delinque en la Comuna 13 de Medellín junto a otras estructuras criminales como ‘El Coco’, ‘La Agonía’ y ‘Betania’.
Ante estos acontecimientos, solo queda hacer un llamado de manera vehemente a todos los padres y familiares de menores que se encuentren expuestos a este tipos de entornos con problemáticas de violencia, sin oportunidades de estudio, trabajo y demás ofertas que requiere un mínimo de presencia estatal pero también de atención familiar.
Es necesario entonces, que el gobierno ponga en práctica planes de acción más contundentes en materia de atención a jóvenes que se enfrentan a estos entornos, en aras de disminuir ese círculo vicioso que los atrapa a raíz de su necesidad y quizás ante la única opción como pretexto para salir de la pobreza.
Finalmente, debemos recuperar nuestros jóvenes y no permitir que los caminos de la violencia sean su única opción. Porque Colombia merece un cambio, y ellos como dijo el Papa Francisco no son el futuro, son el presente.