Los niños actualmente tienen mucha energía, más criticidad, y sobre todo son dueños de las preguntas; constantemente se están interrogando y analizando las respuestas que como adultos solemos dar. Analizan nuestra postura, los gestos, vocabulario y la concordancia entre lo que se dice y lo que hacemos.
Pero esto no es casualidad, es producto del tipo de educación que se les ha brindado, la estimulación y sobre todo el famoso “chip” que traen incorporado.
Es por ello que nosotros como adultos no debemos, ni podemos quedarnos atrás, ellos necesitan espacios en donde se sientan retados, en donde sean consistentes de las formas de llamar la atención con nuestro actuar.
No se puede pedir a un niño comer con especies si ve que el papá las saca del plato, no se le puede decir que no mienta si cuando contesta el teléfono la mamá le grita “diga que no estoy”.
Los niños son muy críticos y siempre van a actuar en todos sus contextos como un espejo de lo que vive en su hogar. Si los padres son disciplinados, el niño así será porque está aprendiendo por modelaje o ejemplo. Pero si por el contrario son desorganizados, no se vive un clima de respeto en el hogar (escucha gritos o vocabulario inadecuado) y no se le marcan los límites claros, sino que un día sí y al otro no se le permite una conducta; ellos crecerán con dificultades para adaptarse y seguir normas.
De ahí los innumerables problemas de conductas que se presentan en nuestro sistema educativo y sobre todo la gran cantidad de maestras con dificultades para “dominar” un grupo o ciertas conductas del niño. Esto no se debe a que no podamos realizar técnicas o estrategias para corregir una determinada conducta, sino que es más fácil formar que reconstruir lo deformado.
Los niños en el aula te retan porque no tienen respeto ni claridad en la autoridad y tienden a retar al docente para poder identificar el punto en donde se vaya a contradecir como lo ve en su hogar. Es por ello que no creo que los niños sean rebeldes, sino que por motivo del estilo de vida que se da en la actualidad hay una innumerable cantidad de padres que son permisivos.
¿Qué significa un padre permisivo? Es aquel padre que por evitar un berrinche o una vergüenza, deja que el niño gané en el súper mercado y se pueda comprar lo que quiera, aquel que siempre le da la razón y no escucha las dos partes de la historia, aquel que no saca tiempo para el niño pero le compra los juguetes de moda y la mejor ropa, aquel que no le enseña que todo en la vida cuesta y que para ganárselo hay que trabajar.
Si criamos niños siguiendo este tipo de patrones, no les podemos pedir que valoren las cosas, que no mientan, que respeten los límites, que cuiden el ambiente, que no solo critiquen sino que aprendan a reflexionar. Si eres un padre permisivo o conoces uno, es importante que salgan de la zona de confort en la que se encuentran y por el bienestar del niño conversen. Pongan límites claros, responsabilidades que puedan cumplir y sobre todo enséñeles a valorar todo lo que como padres les pueden dar; no den por exigencia, den por necesidad.
“Tener hijos y criarlos es un laboratorio en donde hacemos muchos ensayos y errores; pero lo más importante es darnos cuenta a tiempo para poder corregirlos”.
Si los rebeldes pudieran triunfar descubrirían que se habían destruido a sí mismos. Clive Staples Lewis
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