Niños vándalos

Publicado el 18 agosto 2011 por Cronicasbarbaras

Un niño de tres, cinco o diez años puede ser tan vándalo como un adulto, aunque dentro de su limitada capacidad de hacer daño, de molestar.

Después, cuando sea vándalo adulto, los apóstoles del buenismo que, además de sus papás, son algunos psiquiatras y sicólogos que viven del engaño y los medios progresís, culparán a la sociedad de su mala conducta.

Véalos en las calles, en las playas, en las tiendas, en los hospitales, en los restaurantes, en toda situación gritándole a los padres, pegándoles, rompiendo lo que tienen a mano.

El niño quiere un juguete, la comida de otro, rechaza lo que le dan, y grita y patalea hasta que se le concede su capricho. Sus padres no se atreven a corregirlo. Le tienen más miedo al niño que a cualquier adulto agresivo.  Es que, además, si los corrigen, les quitan la custodia.

El niño se envalentona. Quiere más y reclama a golpes lo que tienen otras personas, el plato de comida de alguien, el perro de un transeúnte, la bicicleta de otro niño, el helado del de más allá.

Y mamá llega a pedirle a un comensal que le ceda el perro un ratito, y el papá le ruega al transeúnte que le deje la bicicleta para callar al niño.

Están creando un monstruo, un gamberro insoportable como la rica niña universitaria de Londres que se lanzó al pillaje como cualquier vándalo y que fue casualmente detenida.

Antojadizos, malcriados, especialmente si papá y mamá están divorciados, porque compiten para satisfacer al vampiro, hay ya varias generaciones de bárbaros preparados para repetir los pillajes de Londres.

Lo quieren todo y lo quieren ahora mismo. Desde muy pequeños no han tenido freno alguno, por lo que se unirán a las minorías separadas por el multiculturalismo y unidas sólo en la destrucción.

Son los monstruos que estamos criando, y que mañana nos exterminarán con cócteles molotov.

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SALAS. Una tira antigua que demuestra que aún hay algo peor...

 

Y peor, peor

 

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A algunos niños hay que dejarlos solos