La visión es uno de los sentidos a los que más atención hay que prestar en los niños. Desde que son bebés podemos empezar a controlar su vista.
Si el bebé se esfuerza mucho para distinguir los objetos, se restriega a menudo los ojos o notamos que no reconoce formas y colores cuando ya debería hacerlo, hay que acudir al oftalmólogo.
Según van haciéndose mayor será más sencillo poner a prueba su vista sin salir de casa y ante cualquier sospecha visitar al especialista. El niño también indicará si hay algún problema, puede que tenga dolores de cabeza cuando lee o ve la televisión, o que no acierte a distinguir figuras en la distancia.
La primera revisión de la vista conviene hacerla a los 3 años
Si no hay ningún problema aparente, la primera revisión se suele llevara a cabo en torno a los tres años, cuando inician el proceso de escolarización. Los problemas más comunes a estas edades son el estrabismo, la miopía y el ojo vago. Muchas veces el niño no es consciente de ello y no que queja, por lo que habrá que estar atento a las señales. Si desvía un ojo, aunque sea poco, si se acerca mucho al papel o si entorna los ojos como enfocando cuando mira a lo lejos. También si le duele la cabeza cuando llega la tarde.
El diagnóstico y la detección temprana serán muy importantes para ponerle solución y corregirlo cuanto antes, a fin de que no afecte a su proceso de aprendizaje y al rendimiento escolar.
Si finalmente las gafas son necesarias puede que uno de los trabajos más complicados sea convencer al niño de que debe llevarlas. Si los padres o alguno de ellos, lleva también será más sencillo ya que los hijos tienden a querer hacer lo mismo que ellos, pero si no es así puede que haya que tener paciencia. El oculista puede ser un buen aliado, desde la autoridad que le impone su cargo puede influenciar al niño con las palabras adecuadas para convencerle de que es lo mejor. También se le pueden presentar una serie de personajes reconocidos y famosos que llevan gafas, como por ejemplo Harry Potter.
Las gafas deben ser cómodas, resistentes, ligeras y que no molesten
Para que las lleve a gusto es también importante que sean cómodas y no le molesten. La montura debe ser resistente y ligera a la vez, para que aguante los golpes y no resulte pesada de llevar. Los cristales tienen que ser orgánicos, ya que no pesan y no se rompen. Se les puede colocar una cinta elástica para que la gafa quede bien sujeta a la cabeza, esto es especialmente recomendable en el caso de los niños más pequeños.
Es bueno que el niño participe en el proceso de elección de las mismas, es algo que va a tener que llevar siempre, por lo que deben ser a su gusto. Si le cuesta acostumbrarse se puede llevar un plan de adaptación, empezando por llevar las gafas una hora al día para ir aumentando paulatinamente la duración.
Hoy en día existen gran cantidad de modelos y marcas, por lo que resultará fácil encontrar las gafas perfectas para nuestro hijo, que lejos de sentirse extraño con ellas, puede llegar a contemplarlas como un elemento más de moda.