La oposición entre proyectos políticos fundados en perspectivas
humanistas, que reivindican la solidaridad y la cooperación como clave
del avance civilizatorio, choca de manera frontal con el auge del
fundamentalismo ultranacionalista, hermanado a la exaltación
incondicional de los mercados. ¿Cómo hemos llegado a esta situación en que la que se prenden todas las luces rojas?. El problema está representado por la irrupción de la violencia desenfrenada. Hoy se dice que la Democracia está en peligro, pero es un error, es la propia sociedad al borde de la disgregación y degradación total, de la pauperización masiva, del retroceso a la era cavernaria. Basta pensar que Milei afirma que la Justicia Social es una aberración, lo único que le falta poner a su cruel plataforma es la libertad de practicar el canibalismo.
El mundo ha transitado en el siglo XX por enormes tragedias colectivas y ello obliga a levantar los sistemas de alerta ante el complejo panorama que la democracia tiene por delante.
Las corrientes fascistas que hoy prosperan por todo el mundo adoptaron la defensa de banderas negacionistas del cambio climático, la condena de la inmigración, el odio racial, reivindicación de la represión y dictaduras, o como sucede en nuestro país, donde hay voces altisonantes que cuestionan el "Nunca Más" y vuelven a alegar consignas reivindicando y justificando el terrorismo de Estado. Estas reivindicaciones representan valores esenciales que hoy en día están bajo una seria amenaza.
Para el Imperialismo y la Oligarquía a la Argentina le sobran cuarenta millones de habitantes. Buena salida sería que se consuman unos a otros. Sería parte de la libertad del mercado.
No estamos dispuestas a regalar nuestras vidas, la historia y las palabras al fascismo. Que no ocurra en Argentina lo mismo que sucedió en Brasil. Todo lo que falta para ser libres, iguales y felices nunca podrá ser alcanzado en un gobierno fascista.
Tenemos 30.000 ejemplos morales para seguir luchando. Hay que votar en clave de autodefensa, pero también debemos saber que esta democracia necesita que la participación ciudadana no se ejerza sólo en las urnas. Sino, seremos pan comido.