Por Roberto Hernández Montoya
¿Qué más hacer? El propio Chávez nos dejó algunas ideas claras que podemos tomar sea como recomendaciones, sea como solicitudes, sea como mandatos. En caso de falta absoluta, nos pidió congregarnos alrededor de Nicolás Maduro, darle nuestro apoyo y elegirlo Presidente si hiciere falta. Una excelente proposición del Presidente. Las cualidades cabales de Nicolás no necesitan presentación. Pero esa reunión en torno a Nicolás no basta si no viene acompañada de unidad.
Hemos visto durante las etapas de la enfermedad cómo sí hay dirigencia colectiva, no ha habido conatos de desbandada ni de riñas por la sucesión. Todo ha ocurrido en orden. Y también hemos visto, desde el Caracazo hasta la resistencia a los embates imperiales cuando el Golpe y el Paro Empresarial, cómo el pueblo ha actuado con o sin dirigencia, es decir, sin la intervención de vanguardias iluminadas, arrogantes y autoproclamadas. En fin, en primer término, seguir a Nicolás y mantener la unidad.
Pero ¿cómo se manifiesta esto? En lo inmediato votando por los candidatos revolucionarios el 16 de diciembre. Nada de abstenerse porque dizque ya ganamos o porque hay apagones. Aunque suene a redundancia, se gana ganando. Con jactancia no se ganan elecciones. Se ganan con votos efectivamente emitidos, contados y defendidos. El dominio de todas las plazas aleja el espectro de las acciones de la ultraderecha, desde los golpes de Estado hasta las guarimbas, pasando por la cuña de la carnicería hasta la imposición de un idiota de gallina degollada como candidato (http://j.mp/12f6nzz).
@Ernesto_Vzla27 dijo anoche en un lúcido tweet: «El cáncer es curable; la miseria humana NO». Tal vez exagera al desahuciar la miseria humana porque es posible superar toda malandanza del espíritu, pero no es sencillo ni pronto. Hay miseria humana que anoche promovió, también en Twitter, una etiqueta: #RIPChávez. Pero se impuso con mucho otra: #BuenaVibraPaChávez, lo que demuestra que la miseria humana se puede y se debe combatir en colectivo.
Cuando Lenin enfermó y murió, la sucesión la recibieron Stalin y su comando fariseo, con sus comisarios (http://j.mp/QFzWsR). El fariseísmo reinó hasta la caída del Muro de Berlín y de la Unión Soviética. Ese fariseísmo fue precisamente el que destruyó el sueño bolchevique de tomar el Cielo por asalto. También acabó con el sueño cristiano. Los fariseos acortan la distancia que va del Sermón de la Montaña a Torquemada (Mat. 5:1; 7:28) y del Manifiesto Comunista al estalinismo (http://j.mp/QR9VWg).
Venezuela es distinta. Nuestra Revolución ha compendiado los errores de todas las anteriores para no cometerlos. Hay fariseos, pero ¿aún? no son hegemónicos porque es fácil identificarlos y combatirlos. Por ahora solo andan hormigueando y esta situación es fértil para ellos. Es otra tarea, tal vez la más espinosa, que tenemos por delante. Pero es fácil para quienes enfrentaron y derrotaron todas las acechanzas de esta ultraderecha estúpida y arrogante que el Imperio nos impuso. Hace falta inteligencia social, tanto la social de la seguridad como la de la lucidez, de la que el pueblo venezolano, entre todos los del mundo, tiene para regalar y regala al Planeta. Vamos a usarla.
Fuente Aporrea
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