Madre: Ni jo, ni jolines, ni jopetas, sabes que es tu obligación… (madre entra en la habitación) ¡Madre del amor hermoso! ¡Has visto que habitación tienes!Hijo: (no responde)Madre: (enfurecida)¡ Estoy hasta el moño ya!, todos los días lo mismo. Es que eres, eresss un desordenado y un marrano, siempre igual. Mientras la madre suelta por su boca “sapos y culebras” empieza a ordenarle la habitación y la cama. El niño continúa jugando en el salón.Madre: Eres como tu padre, ¡un desastre!, dejándome los calcetines por en medio y qué te costará,… nada más que jugando a la consola todo el día. Mira a tu amigo Ricardito lo ordenado que es, lo bien que le va en el cole, es un sol de crío, ¿me has oído? UN SOL. Hijo: JO mami lo hago luego (continúa jugando)Madre: Harta me tenéiiiiis (ya ha arreglado la habitación casi entera y la cama). En cuanto termina la madre de ordenar la habitación sale enfurecida y le dice:Madre: ¡Y todo el día jugando! Se acabó (le arranca la consola de las manos bruscamente), castigado dos meses sin consola.Hijo: ¡¡Jo mamá que casi me paso el nivel!! (niño empieza a llorar desconsoladamente y del llanto pasa a la rabia) ERES MALAAAA, ¡NO TE QUIERO!Os podéis imaginar qué bonito Sábado terminan pasando esta familia.Vosotros os preguntaréis: Oh, ¿cómo se ha llegado a tal drama familiar? ¿qué podemos hacer para no repetir lo que vivimos de pequeños en nuestras casa con nuestras madres que lo hacían todo por nosotros pero que a la vez se quejaban? Antes de nada comentar que a este tipo de situaciones no se llega de un día para otro así como tampoco cambiarlas no es cosa de un día. Cambiar los hábitos y las dinámicas en la familia exige firmeza, constancia y apoyo hacia vuestro hijo/a. También cabría preguntarnos ¿Son necesarios los hábitos? Los hábitos son personales de cada familia pero lo que es indudable es que toda familia tiene hábitos, dinámicas y normas establecidas en casa. Éstos nos ayudan a convivir y a entendernos más fácilmente, a evitar confusiones, a establecer límites y a mejorar las relaciones y el respeto. Ni los hippies más hippies viven sin hábitos (un saludo afectuoso para los hippies desde el Blog). Además a nivel individual ayudan a desarrollarnos personal y socialmente aprendiendo lo que es el respeto, la colaboración, la confianza en nosotros mismos, la responsabilidad, el esfuerzo y la perseverancia. Los hábitos nos dan estructura, tranquilidad y estabilidad cuando ya los tenemos adquiridos. Madre mía, pues si que valen los hábitos ¿no? Parecen la ASPIRINA DE LA FAMILIA.
- Hablar con tu hijo/a, manteniendo la calma. Si puede ser que tanto tu como su padre/madre estén implicados en la conversación. Es necesario que comprenda que no es cosa de uno y que algo que beneficia a todos.Explicarle que para poder convivir en casa es necesario un orden y una distribución de las tareas de casa. Dejadle claro que las tareas de casa no son un castigo que le estáis poniendo decidle que se ponga en lugar vuestro, por ejemplo, preguntadle cómo se sentiría si a la hora de comer no hubiera pan, o si a la hora de hacer los deberes su hermano hubiera desordenado su escritorio, o si no tuviera ropa limpia,… son tareas que hacéis vosotros y que tenéis asumidas, por lo tanto él también tendrá que asumir algunas.
- Dialogad con él (si tiene más de 7 años o véis que es capaz de entender) y negociad de qué tareas se va a encargar. Obviamente la negociación tiene que ser guiada por vosotros y en cualquier caso vosotros sois quienes le tenéis que proponer varias tareas, siendo él quienelija entre un pequeño listado.
- Premiad al mínimo su esfuerzo las primeras veces. Para que se adquieran los hábitos y se conviertan en rutina es necesario que al principio se refuercen mucho.
- Dejad que haga él/ella las cosas aunque las haga mal. Las primeras veces tendréis que enseñarle cómo se hacen y necesitará ayuda. Tenéis que estar dispuestos a ser maestros durante un tiempo. Aún así premiadlo con besos o con frases como “me gusta mucho que me ayudes”, “cuando colaboras todos estamos felices”.