En España y en toda Europa se habla de austeridad y de recortes en todos los medios. Incluso el ciudadano de a pie utiliza estos términos cada día. Es como una obsesión.
Yo vuelvo a preguntarme: ¿es la austeridad mala per se? ¿son los recortes malos per se?
Creo que no hay que confundir austeridad con racionalidad. Seguramente hay medidas que recortan porque si. Pero la mayoría lo que hace es poner en un contexto razonable aquello que no lo era. Por ejemplo: poner una tasa al uso totalmente gratuito de la sanidad que conlleva un claro derroche, poner unas tasas mayores al acceso a la universidad o a la repetición de cursos que hasta ahora era barra libre, o recortar funcionarios redundantes, o ampliar el horario de los funcionarios, o eliminar algunos de sus privilegios injustificados, o poner una mínima tasa a la formación profesional, y así la mayoría.
Siempre he tratado de evitar posiciones políticas en este blog, pero creo que los tiempos que vivimos nos obligan a pronunciarnos. Y que a los gobernantes les hemos de dar un voto de confianza. Eso sí, cuando hablamos de eliminar privilegios, eso debe aplicarse a todos. No sólo a los más débiles, sino también a los poderosos. Solo así el gobierno tendrá legitimidad para exigir sacrificios al pueblo.