Me han llegado las molestias de muchos amigos, la editora y mis familiares, estupefactos unos, ofendidos otros, por mi no inclusión en el listado de liberados recientemente por el gobierno cubano.
Al cumplir casi dos años de injusto encarcelamiento, puedo asegurar que jamás he preguntado a las autoridades penitenciarias y, menos, a los oficiales de la Seguridad del Estado que me han visitado, cuándo será mi liberación. Ese gusto jamás lo escucharán de mí; como tampoco he preguntado si me darán el pase correspondiente, como a todo recluso de ¨mínima severidad¨, como es mi caso, al ser condenado a cinco años.
No obstante, aunque sepa que no estoy en la citada lista, mi alegría es infinita al saberlos libres. Mi sufrimiento es universal, siento a los cubanos una extensión de mí, o viceversa, sobre todo a aquellos que han sufrido y sufren por un ideal, y en particular, el de libertad para nuestro país. También creo que en esa lista, que tanto me alegró, aún faltan otros condenados políticos que merecieron estar agregados. Siempre quedarán algunos no incluidos porque el rejuego del gobierno es muy rápido, y cuando ya tiene una lista, posee otra de recién apresados.
Es injusto pensar que debieron quitar un nombre para poner otro, sino agregar, porque los que liberaron, lo tienen merecido, al igual que los que permanecen aún en las cárceles del régimen totalitario, algunos por muchos años enclaustrados con tratamientos inhumanos, por lo que ruego por su pronta liberación.
No alcanzará mi vida para agradecer infinitamente a los que claman mi liberación, y a los que sufren mi encarcelamiento, pero hay que clamar por todos, como exactamente pide mi editora desde el blog ¨Los hijos que nadie quiso¨, y mi familia por los medios sociales. O todos o ninguno. Al menos, que a mí me dejen de último, que no me quejaré jamás.
Ángel Santiesteban-Prats
Enero de 2014. Prisión Unidad de Guardafronteras Jaimanitas, La Habana.