“No creo que EEUU quisiera destrozar Iraq, pero lo consiguió”

Publicado el 15 septiembre 2014 por Gsnotaftershave @GSnotaftershave

Por Esperanza Escribano


Hashim Almadani huyó de la posguerra en Iraq

Antes del verano, Hashim Almadani nos contaba cómo había sido su vida en Iraq hasta la invasión de Estados Unidos en 2003. Ésta es la segunda parte, desde Bagdad hasta Barcelona.

Días antes de que EEUU lanzara el primer misil, los iraquíes ya sabían lo que venía. Por eso, la familia de Hashim volvió a marcharse a Diala buscando refugio. Fueron días duros. Si la situación del país ya era pésima, la invasión estadounidense la agravó. “Y como siempre, lo peor vino después, tras la intervención”, suspira Hashim.

El nivel de sinrazón tras dos guerras y una dictadura era tal que, en 2005, la familia de Hashim emigró a Jordania. Jamás volvieron. Él se quedó hasta 2006 para terminar la carrera de informática en el que fue, probablemente, el año más difícil de su vida. “No había seguridad en las calles, convivías con la sensación de que en cualquier momento podías morir”.

No exagera, la violencia entre las distintas ramas del Islam alcanzó niveles insostenibles. Un día, de camino a la universidad, Hashim estaba en su coche en medio de un atasco, cuando de repente un grupo salió de la nada, se aproximó al coche que estaba delante del suyo y disparó a la cabeza del conductor. “Era un estudiante como yo, pude haber sido yo”, cuenta con una frialdad pasmosa. Nunca podrá podrá borrar la explosión de sangre de su memoria. Cuando le pregunto porqué lo mataron, contesta: “no lo sé, sería de una corriente religiosa diferente a la de los asesinos”.

No lo sabe y es verdad. Es imposible saber a bote pronto si un iraquí pertenece a la mayoría chií, o es suní o kurdo. “Se averigua por los apellidos, o en los pueblos, donde se sabe todo, pero no a simple vista”. Ése ambiente, el del odio entre creencias, fue el que le llevó a salir del país en cuanto se licenció.

Hashim, como su familia, tampoco piensa volver a poner un pie en Iraq, aunque algunos de sus familiares lejanos sigan en el país. Y la culpa de ello es un estado fallido, del que los estadounidenses tienen gran parte de responsabilidad. “No creo que EEUU quisiera destrozar el país, pero no supieron gestionarlo”, dice, “no puedes entrar a un país así, a bocajarro, sin estudiarlo primero”. Según Hashim, la estrategia de los estadounidenses fue separar a las creencias en vez de trabajar por el entendimiento para que, a su salida, pudieran continuar unidos. “Divide y vencerás, ya sabes”, disculpa.

“Antes de que Bush invadiera Iraq había diferencias entre chiíes, suníes y kurdos, pero no eran insalvables”, comenta el joven. Cree que EEUU abonó las diferencias y tras su marcha, todo ha ido a peor. “La violencia que vive Iraq estos días sí es consecuencia de la mala gestión estadounidense”.

La conversación tuvo lugar en junio, cuando empezábamos a conocer el avance del Estado Islámico. Ahora es el enemigo público de la comunidad internacional. Obama está en plena creación de una alianza internacional para acabar con ellos y en esa conspiración, Bachar Al Asad tiene todas las papeletas de salir ganando. Pero los países árabes del entorno desconfían, no es la primera vez que apoyar a los “moderados” -como llama Obama a parte de la oposición siria- acaba volviéndose en su contra.

Antes de volver a repetir sus errores, quizá Obama debería escuchar a iraquíes como Hashim y pensárselo antes de soltar sus drones. Como ocurriera en el 91, los aliados pueden convertirse en peligrosos enemigos, como en 2003. Y quien no recupera la memoria de la historia, está condenado a repetirla.