¿No me digáis que el título no es bueno? Pues sí, fue lo primero que me llamó la atención del libro de Laura Norton. Eso, y que los flamencos siempre fueron mis aves favoritas - si es que tengo algún ave favorita-. Pero comencemos por el principio.
'No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas' narra la historia de Sara, una chica de treinta años a la que la vida se le complica cuando su piso se convierte en una especie de camarote de los hermanos Marx. En la misma semana se le meten a vivir en casa su padre deprimido, su hermana supermodelo con su prometido y su novio con un compañero de trabajo. Todo esto es mucho más horrible para Sara porque se supone que es la primera semana que pasará a solas con su novio, Rodrigo, quien ha estado más de un año en París.
Pero, ¿sabéis que es lo más curioso de toda esta historia? Sara es plumista, ¿a qué nunca lo habíais oído? No os voy a contar en qué consiste exactamente la profesión de Sara, mejor que lo leáis por vosotros mismos. Os gustará hacerlo.
Y ahora vayamos por partes. Os contaré las razones por las que me enganché tanto a esta historia.
En primer lugar, me parece uno de los libros más divertidos que he leído últimamente. Os prometo que hubo momentos en los que tuve que dejar de leer simplemente porque me moría de risa. La novela está llena de escenas trinchantes y muy reales que consiguen que el lector se identifique con Sara.
Además, la autora consigue intercalar estas divertidas escenas con algunas más tristes con las que también nos identificamos, hasta el punto de hacerte un nudo en el estómago. Quizás sea esa mezcla de diversión y momentos tristes lo que más me ha gustado de este libro - eso, y la profesión de Sara-.
Otra de las cosas que más me ha llamado la atención es la capacidad de la autora de hacernos creer que va a pasar algo cuando, de repente, pasa todo lo contrario a lo que esperamos. Hay momentos en los que verdaderamente no sabes qué pensar.
La novela transmite una serie de valores que la autora intenta transmitir a la sociedad a través de sus palabras. Es algo precioso de leer cuando todos los personajes se vuelcan a la hora de ayudar a Sara a conseguir sus sueños, pese a todos los malentendidos y meteduras de pata. Y es que a veces el karma... ¡qué puñetero es!
En cuanto a los personajes, creo que Laura Norton nos lo pone fácil a la hora de conectar con Sara, la protagonista. Todos nos podemos identificar con ella fácilmente y lo que más me gusta es que pese a todas las cosas negativas, Sara siempre mantiene el buen humor.
Los dos chicos protagonistas, Rodrigo y Aarón, son personajes muy diferentes pero con los que el lector también conecta. Ni qué decir tiene que me quedo con Aarón y su personalidad de rockero sano. Ya lo entenderéis si os animáis a leerlo.
¿Y qué me decís de David, Chusa e Inma, los amigos de Sara? Me encantan. Aunque creo que son personajes que podían haber dado más de sí. Entre todos los personajes me quedo con Erik, el vikingo, amigo de Rodrigo que viene desde París con él para visitar a Sara. ¡Qué de malentendidos hay con este personaje! Y la familia de Sara. ¡Ellos son para dar de comer aparte! Os encantarán.
Estas, y muchas otras razones que seguro he olvidado, son mis "porqués". Si queréis divertiros, queréis un poco de emoción y una lectura ligera para el verano, sin duda este es vuestro libro.
Y no chicos, "no culpéis al karma de lo que a todos nos pasa por gilipollas".