Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así.
M. Delibes.
Te doy mis noches en vela llenas de ganas, mis desvelos al sentirte lejano.
Te doy mis sonrisas a destiempo y los sonrojos al pensarte.
Te doy las risas que compartimos y las que estén por venir.
Te doy mis susurros en tu oído, los gemidos que no pueda contener, los gritos de dolor, de enfado, de placer.
Mi saliva, mi sudor y mis lágrimas. Mis ganas de más y todos mis menos.
Mi fuerza interior, mi testarudez, mis días tontos, mis momentos más tiernos.
Te doy mis mimos, mis bailes a compás, mis días grises, la mitad de mi postre.
Te doy la última cerveza, la última calada de mi cigarro, el primer beso al despertar, las gracias por quererme, por estar y mis mejores vuelos.
Te doy mi timidez cuando me sorprendas haciendo algo malo, mi nerviosismo esperándote, la suavidad de mis manos. Mi calidez.
Te doy mis ansias por aprender, mis defectos por pulir, mi parte más oscura y la más brillante. Mi cara y mi cruz.
Te doy la calma del después, la paz del durante, la guerra del antes.
Mi chocolatina favorita. Mis ganas de ti.
Te doy la llave de mis secretos, mis miedos adquiridos, mis temores, mis dudas, mis tempestades.
Te doy mi cariño, mis abrazos apretados, los flojitos, mis mordiscos, mis ganas de jugar, de saltar, de probarlo todo.
Mis arrebatos más locos, mis neuras, mi última cápsula de la Nespresso. Mi desesperación buscando tu calma.
Te doy mi manía de escribir, la de cuestionármelo todo constantemente, las borracheras con amigos, las caras largas después de un enfado.
Mis tardes de domingo en el sofá, los paseos por la playa, las mañanas de resaca e Ibuprofeno, las noches en el patio de atrás buscando ovnis. Los días de lluvia.
Te doy mi ombligo, la clavícula derecha y ese punto en mis costillas que siempre duele.
Mi taza de elefantes, mi vergüenza esa que paraliza, mis temblores después del orgasmo, mi orgullo al lucir tus marcas, mi estúpida inseguridad, mi lado más seductor, mi creatividad en la cocina.
Te doy mis cantos bajo la ducha, la complicidad al mirarnos, mi admiración al mirarte, la seguridad de sentirme tuya.
Mi lealtad, mi confianza ciega, el control de mi mente, de mi cuerpo, mi entrega. Mi arrogancia, mis ataques de furia, mis “Hijo de puta”
Te doy mi rebeldía, mis ratos insoportables, mis silencios, mi concentración frente a una hoja de papel en blanco. Mis pies descalzos.
Mi desnudez, mi compromiso, mi fantasía más atrevida, mi cansancio después de un día de trabajo, mi impaciencia por sentirte dentro, mis manos atadas a la espalda.
Te doy el control, amor, si aún lo quieres.
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