No en la cama ¿de los padres?

Por Amormaternal


¡No en la cama de los papás!
Así es como se titula un artículo firmado por Paulino Castells, psiquiatra ¿de familia?, publicado en MujerHoy.com el 23 de mayo de 2011. Mil gracias a María Berrozpe por pasármelo.
No tiene desperdicio ni el tono, ni el mensaje que expresa en él... así que manos a la obra:
Dedico especialmente este artículo a los progenitores que consienten que sus hijos pernocten en el dormitorio conyugal e incluso compartan el mismo lecho. La experiencia me demuestra que no se pueden hacer concesiones con el dormir infantil en la cama de los papás.
 ¿Que consienten? ¿Que incluso compartan el mismo lecho? ¿El lecho sigue siendo conyugal luego de tener un hijo, o lo más sensato es que comprendamos que ahora es familiar? ¿Qué experiencia le demuestra a este señor que no se puedan hacer concesiones? ¿Desde qué óptica está mirando las cosas? ¿Por qué se consideran "concesiones" el hecho de simplemente cubrir las necesidades de nuestros hijos? Al parecer, Paulino no sabe que los niños necesitan a sus padres tanto de noche como de día, que la noche - ese lugar oscuro e inhóspito - se pasa más fácil y agradablemente con alguien amoroso al lado, seamos niños o adultos. ¿O a caso a los adultos nos gusta dormir solos? Y a los que les guste dormir solos, les invito a recordar si fue un gusto aprendido - si les enseñaron a dormir solitos en una cuna desde pequeños - o si fueron acompañados en las noches por el calor de sus padres y decidieron por ustedes solos, irse a su propia habitación. ¿Para qué enseñarles a los niños a dormir solos? El dormir en compañía es una necesidad del ser humano.
Es bien conocido que el niño utiliza mil y una artimañas para que se le acepte a compartir el dormitorio paterno. Las excusas son múltiples: “¡No puedo dormir!”, “¡Tengo miedo!”, “Que papá me de un beso”, “¡Tengo sed!”, “¡Tengo pipí!”, “Que me cuente un cuento”, etc. Estos rituales nocturnos de última hora van en aumento en la actualidad y cada vez visito a más niños insomnes, más miedosos y más necesitados de la compañía de sus padres.
¡Claro! Usa "mil y una artimañas" porque nos quiere tomar el pelo, ¿no? Porque nos manipula, porque son excusas, porque quiere salirse con la suya. No porque sean verdaderas necesidades, ni porque nuestra especie esté programada para ello para nuestra supervivencia. Como dice Carlos González en sus charlas: Todos somos descendientes del bebé que lloró cuando su madre se alejó un momento de él, al otro bebé (el que no lloró), se lo comió el lobo. Y cito textualmente:
Eso no hace que una persona piense: "Huy, tengo que lidiar con un lobo, más vale que esté con otros de mi especie". Nadie piensa eso. Para empezar, las ovejas no saben que existen los lobos. Las únicas ovejas vivas, son las que no saben que existen los lobos, por lo tanto una oveja no puede tenerle miedo al lobo. No es un razonamiento de: "Tengo que protegerme". Es una conducta automática, a lo largo de millones de años de evolución, aquellas ovejas que procuraban estar todas juntas, sobrevivieron en mayor proporción que aquellas que se iban solas por el monte. 
Pues lo mismo pasa con los niños, el niño no piensa: "Ay, se ha ido mi mamá, puede venir un, lobo." Él no sabe lo que es un lobo, ni le importa, el niño lo único que sabe es que cuando lleva un tiempo determinado separado de la persona con la que tiene un vínculo afectivo, y eso cuando eres un bebé y esa persona es la madre, puede ser menos de un minuto, nota una sensación desagradable. Esa sensación desagradable lo lleva a hacer una serie de cosas. Cuando es muy pequeño lo lleva a llorar, cuando es un poco mayor puede hacer otras cosas, puede llamar, puede hablar, puede caminar y buscar. Todas esas cosas que hace un niño cuando está buscando a alguien, es la conducta afectiva. Esa conducta se mantiene a lo largo de toda la vida.
¿Cada vez visita a más niños insomnes, más miedosos y más necesitados de la compañía de sus padres? Pues lo tiene muy fácil, ¿no? Digo yo, que tal vez la solución y la respuesta a todo esto la tenga en simplemente no pedirle a los niños conductas, actitudes y aptitudes para las cuales aún no tengan la madurez psicológica, física y emocional suficiente. Con aceptar que la evolución ha demostrado que como especie necesitamos dormir en compañía, ya lo tenemos todo resuelto. Además, ¿por qué pintar las cosas sólo desde ese ángulo? ¿Por qué no hablar de lo dulce, tierno e inolvidable que es sentir un bracito delgado y pequeñito abrazarte en medio de la noche? ¿Por qué no hablar del amor inmenso que nos invade cuando un hijo se sienta en la cama, se frota los ojitos aún dormido con un puño y nos dice "Mommy?", "yeah, baby?", "Booby" (teta, en inglés), y bajamos el cuello de la piyama, se engancha al pecho enseguida y seguimos durmiendo todos tan felices?
¡Ah, claro! Es que sería demasiado fácil y ahora está de moda complicarse la vida, ¿complicársela para qué? Pues simplemente porque conviene a una cadena cada vez más creciente que genera mucho dinero. Recuerdo una historia que contaba mi abuelo entre risas: Un paciente iba cada semana a consulta por una molestia en el oído, y así siguió durante años. Siempre lo atendía el padre hasta que un día, ya graduado el hijo también de médico y coincidiendo con su guardia, lo atendió el hijo. Esa noche, mientras cenaban, le pregunta: "papá, fulanito tiene años viniendo a consulta contigo por ese dolor de oídos, ¿no habías visto que tenía un gusanito en el oído? Se lo he sacado y se ha aliviado enseguida", y el padre: "Claro que lo he visto hijo, con sus visitas durante todos estos años es que he podido pagarte la carrera de medicina".
Todo esto para decirles que a veces la solución es muy fácil pero no monetariamente conveniente. Si este psiquiatra dijera simplemente a sus pacientes: Pues duerma con sus hijos, así no tendrán insomnio, ni miedo, menos despertares - o conciliarán más fácilmente el sueño cuando sí despierten. Si les dijera: Señora no es manipulación, es necesidad y además es delicioso dormir con ellos, ya verá qué bonito y tierno es.... ¿Qué pasaría? Pues que se quedaría sin niños insomnes, etc. a los que tratar. Malo para el bolsillo...
¿Razones? La sociedad en general y la familia en particular, crean más situaciones de inseguridad que de seguridad para los menores. Si el niño llega a compartir el dormitorio de los padres de una manera habitual, pueden suceder varias cosas Que los padres hagan caso omiso del hijo y realicen normalmente sus actividades sexuales (no es frecuente), con lo cual el niño puede sobreexcitarse por todo lo que observa y oye.
¿Que los padres hagan caso omiso del hijo y realicen normalmente sus actividades sexuales (no es frecuente), con lo cual el niño puede sobreexcitarse por todo lo que observa y oye? Uff, uff, uff... Primero que nada, y esto lo hemos comentado varias veces, el dormitorio no es el único lugar en el que podemos tener relaciones sexuales. Podemos ser un poquito creativos, ¿no? Segundo, en caso de que la pareja sí se sintiera a gusto como para tener actividades sexuales en presencia de un hijo dormido, supongo que se asegurarán de que esté profundo y muy probablemente no despertará. ¿Y si despertara qué tendría de malo? Nohemí ha hablado mucho y muy bien sobre el tema, así que no voy a extenderme más.
Y cito a Nohe:
  • Primero: limitar el sexo a la cama familiar  (o a la noche) es dar mucho por sentado. Cada pareja se “organiza” un poco como quiere o puede. Algunas parejas no tiene problema en tener sexo con el bebé o niño durmiendo cerca. Otros sencillamente van a otro lugar de la casa y luego vuelven a dormir a la cama. Los hay que se tapan y los que no… eso es personal, como debe ser y cada pareja encuentra la fórmula que mejor les funciona.
  • Segundo: los bebés si se despiertan no tienen conciencia de si sus padres están practicando sexo o  leyendo un libro o jugando al cucu-trás. A veces el problema lo tienen los adultos que no son capaces de “normalizar” la nueva situación.
Las casas [antiguas] no tienen repartición, todos los miembros de una familia duermen en un único dormitorio.
Esa es la realidad para aún hoy, gran parte de la humanidad. Y antes de la época de clases sociales, burguesía y grandes casas, una realidad universal y atemporal: los hijos dormían con los padres.
Si eso hubiera interferido en el sexo sencillamente se habría extingido la humanidad ¿no creéis?
A mi parecer, no sería en lo absoluto una razón, y si lo fuera, ¿cómo vamos a desatender las necesidades básicas de compañía nocturna de un hijo simplemente para tener relaciones? ¿Pudiendo tener intimidad en cualquier otra parte de la casa, por qué hacerlo? ¿Disfrutaríamos sabiendo que nuestro hijo nos necesita? ¿A caso no despertaría si lo hemos adiestrado para dormir en otra habitación sin que esté preparado para ello? Según he leído (perdonen que haya perdido el enlace, si alguien lo tiene a la mano por favor déjenlo en los comentarios, gracias), los niños adiestrados sí despiertan de noche, despiertan igual que si no lo hubieran sido, sólo que ya no llaman a sus padres, se quedan en silencio, esperando volver a dormirse, generalmente asustados, sabiendo que si llaman nadie vendrá. Sabiendo eso, ¿suena igual de bien que el niño esté en otra habitación - posiblemente despierto calladito - para que "realicen normalmente sus actividades sexuales"?
Otra posibilidad, es que la presencia del hijo en el dormitorio conyugal “sea un excusa” para que los padres (o uno de ellos) justifiquen no poder tener sus relaciones sexuales, por aquello de que “Querido/a, puede despertarse el crío”.
¿Cómo interpretar esta decisión? Ya lo he dejado escrito en varios de mis libros y lo vuelvo a decir aquí: es un claro pretexto (por parte de un progenitor o de ambos) para evitar el cumplimiento de las relaciones sexuales. Y voy aún más lejos, porque así me lo demuestra la experiencia: es un signo de que el matrimonio está en vías de ruptura. 
¡Aaaaaaaargh! ¡Claro! Es que necesitamos excusas, ¿no? Y el niño es el mejor escudo para "librarnos" de la terrible tarea de ¿cumplir con nuestras obligaciones maritales? Perdonen la ingenuidad, yo no sabía que había que "cumplir" con las relaciones sexuales.
Si así fuera el caso, se despertaría aún estando en otra habitación, jeje, o podríamos nosotros irnos a otro lado, ser creativos, ¿no? Por otra parte, en caso de que Paulino se refiera a parejas con un bebé pequeñito, es normal que la sexualidad de la mujer esté dirigida hacia el bebé durante los primeros meses, fue ideado por la naturaleza para asegurar la supervivencia de ese bebé. Los primeros meses implican muchas veces un reajuste, una adaptación y cambios en la relación. Como comenta Carlos González en una de sus charlas: El papá tendría que ser muy bestia para irse con otra (hablando del puerperio).
Lo que no está del todo claro es si es el hijo quien entra en la cama con la madre porque el padre se aleja o si es el padre el que abandona el dormitorio porque el hijo ocupa su lugar... Y el padre, habitualmente, termina durmiendo en el tresillo del salón.
¡Por favor! El hijo no "entra en la cama", la pareja es quien ha buscado tener un hijo, y cuando se tiene un hijo, lo mínimo que podemos hacer es comprender y satisfacer sus necesidades entre las cuales está la compañía nocturna. Creo que el autor de este artículo no está al tanto de que en los países orientales, como por ejemplo Japón, donde es habitual el colecho, no se conoce el Síndrome de Muerte Súbita, o Síndrome de Muerte en la Cuna, simplemente porque no se da.
Volviendo al tema: El hijo no está ocupando el lugar del padre, hay que estar claros: antes éramos pareja, y ahora somos "familia", y en nuestra familia, hay un ser pequeñito e indefenso - que no ha pedido nacer, que nosotros hemos traído al mundo para disfrutarlo, precisamente para convertirnos en familia - que tiene necesidades, en primer lugar de compañía, afecto y calor. No es una competencia entre padre e hijo, se trata de ser sensatos, de ser empáticos, de comprender nuestra biología como mamíferos que somos y de disfrutar - no padecer - la maternidad y la paternidad. Disfrutar del honor de traer al mundo a un ser humano y amarlo.
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