Hoy se celebra el vigésimocuarto aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño. Mucho trabajo por hacer, muchas personas a las que agradecer su labor callada y continua. Pero la vida tiene ciclos y momentos que hay que entender y respetar. Comenzaba el día escuchando unos versos que no me resisto a compartir al declinar del mismo. Para no olvidar, para recordar, para retomar, para recuperar sueños e ilusiones.
Si el pintor entierra sus pinceles
y la bailarina sus zapatillas.
Si el cantor se calla
y el sabio olvida.
Si se apaga el fuego.
Si muere el viento.
Si se seca el pozo.
Si el novelista deja de imaginar
y el fotógrafo cierra los ojos…
…¿Quién dibujará las olas?
¿Quién trazará,
con su cuerpo, siluetas imposibles?
Nadie cantará.
Se disipará la memoria,
maestra de niños
y roca de ancianos.
Huirá el calor de la piel, y del alma.
Se detendrá el molino.
Se extenderá la sed por el mundo.
Los pobladores de relatos eternos
no llegarán a nacer.
Nadie apresará la magia fugaz de un instante.
¡No bajes los brazos!
¡No entierres el talento
en la tierra amarga de la inseguridad
y el desaliento!
¿Cuándo descubrirás
la grandeza que hay en tus manos,
el poder que hay en tus sueños?