De repente, oí sonido de caballos al galope y super que venían a por mí, ni siquiera miré atrás, aceleré la carrera todo lo que ese suelo lleno de mierda y mis pulmones me permitía. Atravesé las puertas de un pequeño muro buscando un escondite donde ocultarme. Lo encontré detrás un puesto de hortalizas que estaba vacío en ese momento. Pude ver llegar a los jinetes a la puerta del muro; eran seis. Bajaron de sus caballos y desenvainaron sus espadas dirección hacia donde me encontraba.
Tenía que salir de ahí o me atraparían como a un vulgar conejo. Silencioso y con mucho cuidado fui pasando detrás de los puestos en los cuales no había nadie, debieron asustarse de algo, o alguien y abandonaron sus puestos. Los jinetes debían ser los guardias de alguien, iban todos uniformados de la misma manera, se dedicaban a registrar puesto por puesto y yo procuraba ir en dirección opuesta para salir por la misma puerta porla que habíamos entrado. Estaba a unos pocos pasos cuando de repente una mano se posó en mi hombro derecho a voz de "¡Alto en nombre del Rey!" Me giré y vi a otro grupo de guardias con sus espadas desenvainadas mirándome directamente a los ojos. Aquello no pintaba bien.