Por varios motivos claros y evidente (exportaciones, incremento del turismo y que las empresas que han sobrevivido se han deshecho de toda la grasa y ya son puro músculo), deberíamos estar creciendo. No lo hacemos por las políticas recesivas y de recortes del sector público.
Es así, le den la vuelta que quieran los gestores públicos que justifican (ya no solo que lo apliquen porqué venga impuesto por las políticas suicidas del BCE, sino que se regodean en ello) una serie de recortes que solo sirven para ahondar más en la crisis.
Es verdad que los gobiernos de la periferia del euro ya no pueden hacer nada, o casi nada, más que obedecer la política suicida que emana del BCE y de las directrices europeas. Bueno, hay cosas que pueden hacer, como montar un cipostio en las cumbres europeas y cantarle las cuarenta a Merkel y sus burócratas suicidas del BCE y amenazar con marchar del euro. Sí, al menos nos daríamos el gustazo y comenzaríamos a pensar que la política sirve de algo. Y sí, marchar del euro sea posiblemente muy doloroso para nosotros, pero no dejaría indemnes a las economías centrales del euro y como mínimo el sablazo lo comeríamos ahora y podríamos comenzar a crecer aunque desde más abajo.
Esta sería una estrategia de “amenaza nuclear” y que permitiría a la periferia del euro (que cada vez somos más, Irlanda, Portugal, Grecia, Italia, España y de aquí poco Bélgica, y como siga así, hasta Francia) intentar imponer alguna medida menos suicida que las que de momento impulsa Merkel.
¿En que se basa esta estrategia suicida?
En tres ejes, pretender que la crisis está en el gasto público. No está ahí, al menos no para la mayoría de países de la zona euro, sí para Grecia y posiblemente algo menos para Italia, el resto tienen o tenemos una crisis de ingresos. Nuestro problema es de crecimiento, no de que tengamos que pagar una enorme deuda pública. Aplicar las mismas medidas que hay que aplicar en Grecia a toda la periferia de la zona euro es como pretender tratar a todos los pacientes de un hospital de hemorragias internas aunque uno haya ido por un resfriado.
El tercero es el aplicar medidas que sabemos, por la historia, tanto antigua como reciente que son negativas para salir de la crisis. El BCE y la zona euro tienen los mecanismos para hacer que la crisis vaya de otra manera. Retrasar la búsqueda de reducir el déficit, y estos mecanismos no se están aplicando. Es una decisión política, no técnica.
El utilizar el lema de la austeridad como un mantra que nos sacará de la crisis. La austeridad lastra el crecimiento. Punto. No tiene ningún otro efecto. Austeridad no implica no endeudarse, austeridad significa también enfriar la economía y recaudar menos. Austeridad en época de crecimiento es lo razonable, sea desde el punto de vista keynesiano como desde el liberal clásico. Es lo que hacen los suecos. Lo que no hacen es aplicar austeridad cuando lo que necesita la economía es recalentarse, sufrir un poco de inflación, ayudar a pasar la devaluación interna y empujar un poquito para crecer.
El problema es la ideología
Y no precisamente que los dirigentes políticos que nos gobiernan estén en algún marco ideológico más o menos centrado. Gente de diverso pelaje ideológico estamos alarmados, desde los socialdemócratas, los social-liberales o liberales clásicos de lo más normal, todos vemos con pasmo como nuestros líderes europeos nos llevan con toda la alegría a hundirnos más y más. Hasta el punto que saltar del euro puede ser la mejor solución para muchos, o soluciones tipo Islandia donde suicidar el 15% del PIB y comenzar de cero nos puedan parecer mejor que la actual parálisis. Ya no es ir a los economistas marxistas más o menos serios, es que “el centro” ideológico, desde la socialdemocracia clásica al liberalismo clásico coincidimos en que estas medidas son suicidas.
Faltan liberales en europa, sobran conservadores
Pensaba que la derecha española carecía de liberales y tenía un exceso de social-conservadores. El problema no está solo en España, sino también en Alemania. La derecha española, la derecha catalana y evidentemente la derecha que representa Merkel están optando por una línea basada en un pseudocatolicismo extraño donde los “culpables” (o sea los ciudadanos) tenemos que pagar por unos excesos y ahora tenemos que sufrir y sufrir para volver a ser dignos.
Las medidas, o mejor dicho, la ausencia de medidas del BCE, lo que hacen es aplicar una ideología: el sufrimiento como mecanismo para superar la crisis. Merkel, al estilo de Reagan y Tatcher, debe creerse una cruzada ideológica para erradicar todo lo que le parezca socialista. Hija de la transición a la democracia de la RDA, y militante de un partido con el bonito nombre de “Amanecer democrático” ha bebido del anticomunismo, cierto antiestatalismo mezclado con dosis de cristianismo aplicado a la política.
Resultado: tenemos una cruzada con ganas de acabar con el malvado estado del bienestar y que utiliza la crisis para aplicar su programa de máximos. Aunque por el camino se cargue el euro y las economías de la eurozona.
No quiero cargar contra Merkel como la causante de la crisis o la principal culpable de la situación en la que estamos, pero sí ella es el arquetipo de cierto político conservador europeo. Mientras en la izquierda faltan socialdemócratas con la cabeza amueblada y sobran socialistas utópicos que luego no saben aplicar un programa realista compatible con la realidad económica y social, en la derecha europea nos sobran cruzados conservadores y faltan liberales con algo de conocimiento sobre economía racional.
Merkel, representa esa ideología que nos quiere aplicar siete platos de austeridad y que hasta que no hayamos pagado nuestras culpas (no nuestras deudas, que eso es harina de otro costal) vamos a seguir sufriendo. Por mucho que hasta el FMI diga que esas políticas son suicidas.
Por más que nos digan que es la crisis, sea el President de la Generalitat o la canciller alemana quienes lo digan, detrás solo hay una cuestión. Idelogía.
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