No deja de ser sorprendente la facilidad con que la publicidad consigue confundir a los consumidores con ideas que escapan de toda lógica. Si pagamos 30 € por un jersey que antes costaba 50 € no nos estamos ahorrando 20 €, sino que estamos gastando 30 €. Comprar un jersey es un gasto, independientemente del precio que tenga. Ahorrar es otra cosa bien distinta. Es fundamental tener claros estos conceptos y no dejarnos engañar por manipulaciones dialécticas de nuestra sociedad de consumo.
Evidentemente, si necesitamos comprar cualquier producto, nos interesa buscar el mejor precio o aprovechar alguna de estas ofertas, que en ocasiones nos ofrecen importantes descuentos. Sin embargo, vemos cómo a menudo esto se traduce en un mayor consumo bajo un disfraz de ahorro. Mucha gente no consigue llegar a fin de mes y aún así piensa que está ahorrando.
Ahorrar es reservar, sin gastar, una parte de nuestros ingresos para unos fines determinados futuros. Podemos ahorrar para cambiar de coche, para invertir y obtener más ingresos, para tener un respaldo económico, para irnos de vacaciones, para montar un negocio, para adelantar nuestra jubilación o para lo que nosotros queramos, pero aprovechar las ofertas para poder comprar más productos con nuestro dinero es otra cosa distinta al ahorro.Utilizar este tipo de ofertas promocionales puede resultarnos interesante pero, si lo que queremos es mejorar nuestra situación económica, más vale que no nos olvidemos de lo que significa el verdadero ahorro y seamos disciplinados con nuestras cuentas, llevando un control de nuestros gastos y realizando un presupuesto doméstico que nos sirva para cumplir nuestros objetivos.