En todo el mundo existen millones de formas de criar a un hijo, tantas formas como padres, desde las que dejan al niño en libre albedrío y pasan de él hasta los que “educan” a sus hijos a golpes. Ambos extremos son extremadamente negativos. Es igual de malo imponer tus deseos en el niño a la fuerza y pegando e insultando que dejar al niño (que aún no sabe valerse por sí mismo y no sabe valorar qué es lo mejor y lo peor para él así como reconocer los peligros) como cosa perdida y no hacerle ni el menor caso. A esto se le llama maltrato por omisión, a lo otro maltrato físico o psicológico, aunque todos ellos no dejan de ser maltrato infantil.
Como veis de nuevo, ningún extremo es bueno y mucho menos cuando se trata de la crianza de un hijo. Todos los padres queremos lo mejor para nuestros hijos y a veces nos equivocamos con las formas, en eso estoy totalmente de acuerdo, pero ello puede tener consecuencias nefastas o no, y eso es lo que hay que sopesar en cada caso.
Nosotros, como padres adultos debemos ser responsables y conscientes de la crianza de nuestros pequeños y ejecutarla de la mejor manera posible, pero a veces ocurre que nosotros, que un día fuimos hijos, no tuvimos esa infancia que quizá nos hubiera gustado, llena de métodos de aprendizaje e imposiciones e incluso puede que con “alguna bofetada a tiempo”. Y de ahí salen dos vertientes: una en la que esos padres, a pesar de todo consideran que la forma que crianza que utilizaron con ellos es válida y efectiva y que a pesar del sufrimiento causado vale la pena porque “educa” y pone al niño en “su lugar” y la otra vertiente en la que esos padres que han sufrido métodos de crianza cuanto menos cuestionables juran no hacer lo mismo con sus hijos pero a veces les perjudican más que ayudan si darse cuenta pues no los dejan desarrollarse y madurar (niños sobreprotegidos). El problema de estas dos partes es que a veces no son conscientes de que pueden estar haciendo mal al niño de ambas formas si están convencidos o les convencieron de que hacen lo mejor para ellos,
Pero por suerte para nuestros hijos, la amplia mayoría de padres nos encontramos a caballo entre estas dos vertientes, dejando a nuestro hijo la libertad necesaria para que pueda tomar sus propias decisiones dentro de las posibles para su edad (evidentemente si nuestro hijo de diez años decide beberse un vaso de ron o nuestro bebé de quince meses decide meter la mano en la estufa no les vamos a dejar) y permitiéndole que se desarrolle según su edad, pero siendo consecuentes de que en el mundo existen normas, normas de convivencia, normas familiares, sociales, normas de tráfico, laborales, leyes…en fin…resumiendo, estamos rodeados de normas y leyes que debemos cumplir y en el caso de algunas, básicas para nuestra vida y nuestra integridad. Y debemos enseñar a nuestros hijos que estas existen y que hay que cumplirlas por su propio bien.
Y aquí pienso que radica el error de la gente que nos juzga a las madres que defendemos la crianza natural, el porteo y la lactancia materna.No es lo mismo libertad que libertinaje, tanto a la hora de criar a nuestros hijos como en nosotros mismos, no es lo mismo ser libres de poder criar a nuestros hijos de la manera que creamos conveniente a hacerlo como a nosotros mejor nos convenga aunque ello suponga que no es lo mejor para ellos... y tampoco es lo mismo criar a nuestros hijos en libertad teniendo en cuenta su opinión y sus necesidades que dejarlo en “libertad salvaje” sin cuidar y velar por ellos y sin tener en cuenta que hay cosas perjudiciales para ellos. Y esta gente que nos critica y nos llama sectarios, bien podía aprender la diferencia entre estos dos términos y preocuparse un poco más por conocer mejor nuestra forma de crianza, una forma de crianza natural, que carece de métodos, conductistas o no, para criar, cuidar y enseñar a nuestros hijos. Nosotros simplemente nos dejamos llevar por nuestro instinto como padres.
La maternidad se mueve por el instinto, desde el principio de los tiempos ha sido así, antes nadie seguía métodos para enseñar a dormir, ni a comer, ni a comportase… antes simplemente se seguía a nuestro corazón de padres y por lo visto, viendo como seguimos poblando la Tierra, no nos ha debido ir tan mal… El instinto es natural, es lo que levamos dentro desde que nacemos y es lo que nos hace seguir adelante y sobrevivir. El reflejo de succión en un recién nacido es puro instinto, el llanto del bebé y del niño es puro instinto, incluso en los adultos, decidme, ¿acaso cuando lloramos a solas nos hace el mismo bien que cuando lo hacemos frente a alguien que nos consuela?, por supuesto que no, pero esta es otra historia. Cuando gritamos si algo nos asusta, eso es instinto, cuando luchamos ante un agresor, eso es instinto, comer, beber, dormir… todo esto es instinto, instinto de supervivencia y el instinto maternal también lo es, es el que nos mueve a cuidar y proteger a nuestras crías para que sobrevivan y salgan adelante como animales que somos, racionales pero animales al fin y al cabo. Y gracias a ese instinto hemos sobrevivido y nos hemos desarrollado durante millones de años hasta hoy, mejorando nuestras capacidades, y por tanto no nos hacen falta métodos creados por el hombre para hacerlo mejor.
Los padres que promovemos la crianza natural no criamos niños salvajes, criamos niños y futuros adultos seguros de si mismos, felices y fuertes, porque han tenido en nosotros todo cuanto han necesitado para desarrollarse naturalmente sin que les presionemos para que maduren antes de tiempo. Padres que no se han dejado llevar por lo que le ha dicho otro ser humano, ese ser humano enfermizo que, a saber por qué motivos, ve a los niños como seres manipuladores, tiranos y malos, como seres molestos, en vez de verlos como lo que son, los seres más inocentes y vulnerables de la Tierra que necesitan de nuestro cuidado y amor para sobrevivir y conseguir un buen futuro.
Nosotros, unos unas cosas, otros otras y otros todas, colechamos con nuestros hijos porque consideramos que lo necesitan, damos a nuestros hijos el pecho hasta que ellos deciden porque sabemos que es lo mejor para ellos física y emocionalmente, los porteamos o los llevamos en brazos porque ellos lo necesitan, de bebés siempre y de pequeños a veces. Abrazamos a nuestros hijos, los besamos, los acariciamos, les damos amor porque sabemos que es vital para ellos. Pero no le dejamos hacer todo aquello que les pueda dañar ni perjudicar, y eso es primordial.
Nosotros no hacemos ningún mal por llevar a un niño de tres años en brazos cuando lo necesita y nos necesita, eso, a diferencia de hacerle mal, les hace sentirse más seguros de si mismos y de sus padres, pues sus necesidades son escuchadas. Nosotros no hacemos ningún mal a nuestros hijos al respetar sus tiempos para dejar el pañal, lo haremos cuando ellos se sientan preparados y no cuando nos lo diga otro, ¿acaso le hacen mal a alguien llevando pañal o chupete o tomando pecho con tres años?, no…pero aún así se empeñan en convencernos de que eso está mal, pero sin ninguna base ni argumento.
Evidentemente habrá de todo, madres que sobreprotegen a sus hijos y que no dejan que crezcan y se desarrollen con todo lo que ello conlleva, pero ese no es nuestro caso, solo respetamos las necesidades y los tiempos naturales de desarrollo de nuestros hijos, que por cierto, no son los mismos en cada niño, cada uno tiene su propio ritmo y eso también hay que respetarlo, y con ello no digo que no le alentemos y le ayudemos a avanzar, solo que debemos hacerlo poco a poco y a su debido tiempo.
Otros padres, no se si por inseguridad en su capacidad como padres o porque han sido educados así y creen en ello, siguen métodos de crianza con sus hijos, unos carentes de sentido común y otros mejores, pero métodos al fin y al cabo, unos los siguen a raja tabla y otros los adaptan a sus necesidades. Pero esto tampoco tiene por qué ser malo para los niños, eso no se puede valorar así, sin conocer las circunstancias, siempre y cuando esos métodos sean respetuosos con el niño. Por ejemplo, miles de niños duermen en su propia habitación desde que nacen y les va genial y son niños perfectamente sanos y felices.Y me parece bien que críen a sus hijos así, lo respeto y nunca les podré decir malos padres porque no lo son.Pero ante lo que no puedo quedarme callada es ante que muchos nos quieran vender que dejar llorar a nuestros hijos, obligarles a comer o dejarlos sin comer, no cogerles en brazos, no darles cariño e incluso que algunos me quieran vender que dar un cachete a tiempo educa es beneficioso para nuestros hijos, porque no lo es, no lo podrá ser en la vida.
Y por no creerme que no respetar a niño es bueno para él no soy una sectaria, porque no soy fanática de nada, porque no sigo ningún método ni a ningún gurú, porque sigo mi propio instinto como madre y también mi sentido común y porque no le hago ningún mal a mi hijo dándole lo que necesita sino todo lo contrario.La crianza natural no es una secta, es lo que la naturaleza nos ha dejado y la mejor opción, sin lugar a dudas, para nuestros hijos.