Tengo la gran fortuna de que no me gustan nada las joyas. Cosa que agradezco al destino porque si me llegan a gustar me iba a costar bastante más llegar a fin de mes. Menos mal.
¿Os acordáis hace más de veinte años que todo el mundo llevaba la muñeca cargadita de pulseras de oro y cuántas más tuvieras mejor? Era horrible, la verdad. A veces pensaba que era una forma de hacer levantamiento de pesas sin tener que llevar la mancuernita a cuestas.
En las oficinas proliferaban las señoras que vendían joyas de oro. Aparecían muy arregladas y con una especie de manta que abrían para enseñarte todo su repertorio. Como un top manta de andar por casa, pero en fino y muy dorado.
Las empleadas se compraban cosas y las iban pagando poco a poco, para jolgorio de la vendedora que con el pretexto de pasar a primero de mes a cobrar aprovechaba para endilgarte otra pulserita. Son costumbres que se han perdido. Menos mal porque no sabéis el mal rato que pasaba cada vez que venía una de estas y le tenía que decir que no, que no me gustaba el oro. Y las miradas de todas pensando: “Que rarita”.
No entiendo el origen de mi animadversión a las joyas pero existe, hay que asumirlo. Probablemente sea que me canso de llevar mucho lo mismo y me gusta variar y para eso la bisutería es lo mejor porque puedes tener muchas cosas, baratas y a la moda.
También lo achaco a que no me gustan las cosas recargadas y muy ostentosas (que alguna tengo porque mi ramalazo hortera da la cara de vez en cuando por mucho que lo intente ocultar), pero hay joyas muy monas y sencillas que puedes ponerte a diario. Así que tampoco creo que sea por eso.
Tengo mis dos o tres cositas, no creáis, sobre todo pendientes porque no salgo sin ellos y no me gustan que sean grandes. Además la oreja me pica si no llevo algo bueno (sensible que es una).
Mis pendientes favoritos
He de decir que la plata me gusta, pero al final se ponen negra y hay que andar limpiándola y eso tampoco me hace gracia. Pero eso si, las piedras (aguamarina, lapislázuli, ambar, etc) en estado natural y con un toque mágico me encantan. Son ramalazos esotéricos que tengo que me viene de viajar a sitios exóticos dónde las venden a dos duros y de que me encanta rebuscar y regatear en un mercadillo.
Estas son las joyerías que me gustan
A lo mejor todo viene de la frase: “un diamante es para siempre”, igual ha hecho efecto contrario, porque eso de que algo sea para siempre…uf que pereza. Prefiero las cosas menos duraderas que luego las pierdes y te llevas un disgusto.
Por mucho que lo intente analizar no voy a encontrar la solución, ni quiero que vaya a ser que me empiecen a gustar y menuda ruina me espera.
Lo único que veo claro es que en esto no cambio con los años, algo tendría que haber, no todo va a ser cambios y más cambios. Porque si algo tengo claro es que eso del collar de perlas es muy de señora mayor respetable y por muchos años que tenga no voy a dar el perfil. Lo dudo mucho.
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