Tras la gran misa, a mediados de mayo, del Merca/Meca del festival de Cannes (unos de los momentos del año en que más se venden y compran películas a nivel internacional) las aguas del, jamás tranquilo, río cinematográfico están más que agitadas. Desde entonces los artículos, comentarios y sermones sobre el supuesto fin del cine se han ido sucediendo, a ritmo cada vez más apocalíptico, hasta sustituir la tendencia World War Z (de zombie) en World War C (de cine). Como en cine invisible no descansa ni en verano (tan poco tiempo y tanto por ver), os propongo una serie de artículos sobre las serpientes de un verano de cine. Cada lunes un nuevo ejemplar sobre el tema del momento. Hoy: nada de Capri sino el Cine c’est fini.Como “mal de muchos, consuelo de tontos”, se suele tender a ampliar al conjunto de la humanidad, los males propios. Cuestión de tranquilizar nuestra conciencia, convenciéndonos de que la tendencia es general, aunque ni siquiera hayamos comprobado si traspasa nuestro barrio o, sencillamente, si estamos hablando realmente de lo mismo. El cine nació con la palabra crisis en la punta de la cámara. Tanto que en lugar de FIN, cada película debería finalizar con un decorativo rótulo, que incluyese el concepto más repetido de la historia del séptimo arte: CRISIS.El primer día de una proyección pública, un 28 de diciembre de 1895 (visto el día, la cosa ya prometía), sólo acudieron al cine 33 personas (número muy similar, por desgracia, al de algunos fines de semana en las pantallas española). Hasta tal punto que un inventor decepcionado, Louis Lumière, le comentaba a un ilusionado mago, Georges Méliès, que no le veía a su, recién sacado del horno, nuevo procedimiento, futuro alguno. Como siempre el boca a oreja y una rápida introducción de la variedad en la programación hizo que el éxito llegase a la velocidad del tren (para ser exactos a la estación de la Ciotat, el primer blockbuster de la historia) y nos diese la primera lección de la receta para un público satisfecho y fiel (el tipo de espectador que vuelve a la sala de cine): calidad y variedad.Terror en la platea, Steven Spielberg (que cada día más se parece a Méliès) habla y la prensa anuncia que el cine se acabó. Tranquilos porque lo que comentó, uno de los mejores directores de la historia, fue que el modelo actual de distribución y exhibición americanos (repito, americanos; si bien es verdad que, en muchos casos, este cine representa un enorme porcentaje) podía llegar a su fin en breve. Nada nuevo bajo el sol dado que desde hace tiempo el sistema hace aguas por todas partes y las producciones a 200 millones de dólares tienen que funcionar muy bien para amortizarse. Por ello desde hace tiempo el sistema está cambiando y adaptándose.A nivel americano, (es decir, en muchos casos mundial) para situar esta nueva estrategia en un momento concreto (yo diría desde 2006 con Little Miss Sunshine), las producciones independientes, en su mayoría de bajo presupuesto, están resultando mucho más rentables y productivas a nivel económico y, no hablemos, a nivel artístico (a modo de ejemplo, 7 millones de dólares ya superados por Antes del anochecer). El espectador que está abandonando mayoritariamente las salas americanas es su público más numeroso: el adolescente aburrido del mismo tipo de blockbuster. Que nocunda el pánicoy que todo el mundo se calme. Nunca se han producido ni tanto ni tan bueno en el mundo del cine (incluso nuevos países acceden a producir películas como la República del Congo o Arabia Saudí) y Spielberg habló desde el lugar ideal: un festival europeo repleto de diversidady que reúne lo mejor de 80, 90 nacionalidades. El cine no se ha acabado ni se acabará en los próximos años pero, como siempre, se adaptará a los nuevos tiempos, tecnologías y formas de disfrutarlo. Eso sí, cada país saldrá de este proceso de distinta manera. Por eso en la siguiente entrega (el próximo lunes) trataremos del segundo ejemplar de otra peligrosa serpiente veraniega (y aunque nosotros no mordamos, puedo que a algunos les duela): Buscando una sala desesperadamente, la Pitón del cine europeo.
¿Tú también piensas que el cine disfrutará aún de muchos años de existencia?