Por Aberel
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Segundo acto. Un poderoso empresario solicita la ciudadanía de un país vecino, mucho más amable con la gente de bien que sólo defiende su derecho a llevársela con pala.
Tercer acto. Un diario oficialista de izquierda -cuándo no- publica una tapa con la foto del empresario y el ofensivo título “¡Rajá de acá, rico pelotudo!“.
Cuarto acto. El millonario en cuestión anuncia que iniciará una demanda legal contra dicho periódico por la portada injuriosa.
Quinto acto. Acostumbrados a estos escándalos político-mediáticos, algunos lectores imaginamos que, de prosperar la demanda, los demás medios se rasgarán las vestiduras ante otro avasallamiento a la libertad de prensa.
Si no fuera por los links asignados, cualquier compatriota pensaría que esta suerte de libreto parece extraído de -o inspirado en- nuestra realidad argentina. Sin embargo, los hechos relatados ocurrieron en Francia.
En otras palabras, no es Cristina (Fernández) sino (François) Hollande quien se propone aumentarles los impuestos a los ricos; no es Paolo Rocca sino Bernard Arnault el empresario ofendido (dicho sea de paso, dueño de las firmas Christian Dior y Louis Vuitton entre otras). Por último, no fue Noticias ni Página/12 el autor de la tapa ofensiva: fue el diario Libération.
A todas luces, la globalización dista de ser un fenómeno exclusivo del cine, la música, la televisión. También interviene en los sainetes que los poderes político, periodístico, judicial, empresarial a veces protagonizan aquí y allá.