No es solo la economía estúpidos, no es solo la economía

Publicado el 03 julio 2013 por Trinitro @trinitro

Hoy Roger escribe un artículo muy sensato que posiblemente hace dos años le hubiera dado toda la razón. La principal demanda del catalanismo político, hace dos años, era la capacidad de poder gestionar los impuestos de manera propia (agencia tributaria propia) y salir del regateo de competencias y cuotas de financiación a la que hasta ahora habían estado inmersas las Comunidades Autónomas.

La propuesta de Roger es magistral, resuelve de un plumazo las demandas fiscales de Catalunya, pero no solo eso, introduce racionalidad en el modelo de financiación autonómico. De hecho, de haberlo propuesto hace dos años, seguramente no hubiera habido la propuesta de la consulta.

El problema es que la situación política ha cambiado profundamente. La sentencia del Estatut que ataca la posibilidad de organizar la política lingüística catalana como se lleva haciendo durante más de dos décadas o los incumplimientos flagrantes del Estatut por parte del gobierno español, o de búsqueda de acuerdos de otro tipo, han empujado la percepción en un sentido.

Ciclo de histéresis que hace más costosa recuperar la confianza en nuevos acuerdos

Algunos creen que las concesiones que pueda hacer el PSOE respecto a ordinalidad, fiscalidad, etc.. puede girar esa percepción pública, no dándose cuenta que esto es un ciclo de histéresis en el que la pérdida de credibilidad en los acuerdos con el gobierno español o con los principales partidos españoles no se recupera con el mismo peso en promesas.

Por otro lado, el problema no es solo de financiación, las políticas del ministro Wert, la  tendencia hacia una recentralización y una forma de entender el españolismo monolítica es algo que causa daños profundos en las identidades de los individuos. No es que se quieran separar de España porqué les sale caro quedarse solamente, sino que se quieren separar porqué esto afecta profundamente a como son y se sienten.

Efecto recursivo de la toma de decisiones en caliente

Un problema que tenemos las personas es que aunque las decisiones las tomemos en caliente, sus efectos son prolongados en el tiempo y cuesta cambiarlos (somos adictos a nuestras propias decisiones y cuesta más cambiarlas que no). Muchos independentistas de nuevo cuño, se han hecho en un momento de “calentura emocional”, ante un ministro Wert reespañolizador, una traición a los acuerdos del Estatut, una ofensiva recentralizadora, una negación del problema de financiación económica a la que se le añade una crisis profunda. Seguramente muchos analistas creen que la opinión sobre el independentismo que han asumido los soberanistas de nuevo cuño, se perderá en cuanto la situación económica mejore y se pudiera alcanzar un sistema fiscal más equilibrado.

Esta afirmación no se sostiene frente a la evidencia científica de como las decisiones en caliente nos terminan afectando y su efecto se prologa durante toda la vida incluso en política.

Los que han hecho un giro al independentismo más recientemente, seguramente “en caliente” necesitan una fuerza equivalente emocional en el mismo sentido que justifique el cambio de opinión. El apego a la propia toma de decisiones lleva a que una vez desaparezca el empuje emocional (por ejemplo, que Wert emigre a Islandia o que se alcance un acuerdo fiscal justo), se siga defendiendo la misma postura.

Aversión a la pérdida de algo que se da por hecho

Que el 2014 habrá consulta es algo que una parte del independentismo ya da por hecho. Hace un año o dos, no. El hecho de que en la cumbre esté la gran parte de los movimientos sociales, o que los plazos se vayan cumpliendo y que nadie se haya rajado aún (excepción del PSC, que ha estado siempre de puntillas), la construcción de la percepción colectiva que se hace a través de los medios y de los opinadores (también de los opinadores de los actores sociales, no solo los “tertulianos”), hace que la consulta sea percibida como algo inevitable a lo que hay que seguir empujando pero ya cuesta abajo.

Si esta no se hiciera la reacción no sería la misma que si el Parlament no hubiera dado los pasos para ella hace unos meses. Simplemente la aversión a la pérdida, fenómeno más que estudiado en la teoría de toma de decisiones y que se aplica a la economía, tanto como a la política, lleva a que un proceso que se da por hecho no se quiera a renunciar por él a cambio de una hipotética promesa. Esto también explica el porqué un Estatut ya aprobado por la ciudadanía genera más frustración en unos recortes de una pequeña parte del articulado que la ilusión de poder salvar la mayor parte del articulado.

La teoría de juegos lleva a que un soberanista racional busque una posición de fuerza

El soberanista utilitarista, que no lo hace desde el planteamiento identitario (aunque este personaje no existe, asumamos que hay quien sí está en posturas independentistas por el motivo púramente económico), no confía en los acuerdos anteriores (han sido traicionados), y la postura racional es que una posición de fuerza permitirá imponer condiciones nuevas. Quien quiera hacer un análisis de teoría de juegos llegará impepinablemente a esta conclusión. Si en anteriores partidas nunca se han cumplido los acuerdos, ahora utilizaré técnicas de ultimátum o de presión en la que mi postura negociadora parta de la fuerza, ya que no confío en las posiciones negociadoras que encuentro al otro lado. 

En teoría de juegos, una vez se rompe la reciprocidad que permitiría llegar a una entente de beneficio mútuo, lo que se busca es tener una posición de fuerza aún a costa de romper el entendimiento con el otro jugador. Para entendernos, en lugar de buscar el óptimo de Pareto (entendimiento mútuo en el escenario de máximo beneficio), se llega al equilibrio de Nash.

Pero más allá de eso, que reduce al soberanista a un actor racional que se mueve por estrategias de maximización de beneficios, hay cuestiones políticas que escapan al análisis economicista.

La consulta es inevitable políticamente

Simplemente no puedes mover tanta gente y tantas organizaciones e instituciones en una dirección para nada. Si CiU y el govern se retiran del “Dret a Decidir” a cambio de un muy buen acuerdo fiscal, tendrían que reconducir a toda su base social (a la que han empujado en esa dirección) además de un montón de entidades y organizaciones sociales que se han posicionado para que funcione la consulta.

Y estas entidades pueden montar la consulta por su cuenta (de hecho, menos entidades y con menos fuerza ya organizaron una consulta anterior) y conseguir índices de participación más que dignos. Más allá de Omniums, ANC, etc.. en la plataforma del “Dret a Decidir” está la Federación de Asociaciones de Vecinos, las Federación de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos, los principales sindicatos y federaciones de asociaciones de todo tipo e incluso las casas regionales. Todas estas organizaciones e instituciones han tenido que dar pasos en los que se han mojado (y a algunas el coste de este movimiento no es nulo) y se han implicado en un proceso en el que si no se sigue adelante tienen mucho a perder.

Simplemente por ello estas entidades, y las que en su momento impulsaron la consulta independentista, harán funcionar la consulta. Algo que ya está fuera de las manos de los posibles negociadores de un acuerdo fiscal en Catalunya.