En estos momentos leo el libro "Misión: ¡Éxito!", de Og Mandino. Entre sus páginas descubro las siguientes frases:
– El escritor norteamericano Christian Bove señala: "No hay duda de que las palabras de alabanza son casi tan necesarias para animar a un niño a llevar una vida sociable como lo son los actos de bondad y de afecto. La alabanza sensata es para los niños lo que el sol para las flores".
–William Shakespeare escribió: "Las alabanzas que nos hacen son nuestro salario. Una buena acción que muere sin un comentario, asesinará a otras mil que dependen de eso".
Hace algún tiempo publiqué un post titulado: "Reconocimiento: el alimento del talento"; en él hablaba de la importancia del reconocimiento en el desempeño de las personas. A pesar de ello los directivos confiesan que les cuesta mucho manifestar muestras de reconocimiento. K. Stanislavski decía: "Todos saben culpar, pero para los elogios se necesita un especialista".
La necesidad de reconocimiento está incrustrada en la naturaleza humana, todos la necesitamos. Además, cuesta poco y su valor es incalculable. No hay que olvidar que para un colaborador su superior es siempre un referente cuyas opiniones (positivas, negativas o de indiferencia) influyen en su estado de ánimo (emociones), que dan lugar a determinados sentimientos que se traducen en comportamientos (ver el post "Efecto Pigmalión").
Sobre la importancia del reconocimiento me parece fundamental ver el siguiente vídeo (15 minutos) que también se recogía en el post citado:
* Hoy dejo dos artículos: "La lealtad como forma de vida" en Aprende del Deporte y "Sucedáneos de amistad" en el nº 68 de Executive Excellence.