No esperes a que pase la tormenta. conviértete en ella

Por Emmaamme

Aprende a bailar bajo la lluvia. Si tú no te amas, nadie te amará. No juzgues. Deja de sufrir. Sonríe. Vive el presente. Respétate. Sé valiente. No vayas de víctima. Trátate con ternura. Acepta. Perdona. Fluye. Desapégate. Suelta. Y sobretodo, sé Feliz.

Sí, vale. Pero “mientras”, ¿qué hago?

Y esto (que para mí es lo más importante), es lo que se nos olvida explicar.

El aprendizaje, de cualquier cosa, lleva su tiempo. Nos cuentan lo que es la Iluminación. La Paz. La Consciencia. El Éxtasis. El Cielo. Hasta lo que es el Amor (aunque sea a través de lo que no lo es). Nos dicen cómo llegar hasta él. Qué hay que hacer y dejar de hacer para alcanzarlo. El para qué hemos venido. Cuál es el mejor camino para caminar. Qué herramientas utilizar. Qué técnicas practicar. Qué clase de sentires sentir y qué tipo de pensamientos pensar.

Que sí. Que también. Pero “mientras”, ¿qué hago?

Creemos que ese estado de levitación físico-mental-emocional-espiritual es nuestro destino. Nuestro objetivo. Y aunque desde un punto de vista muy ‘elevado’ sí lo es, Aquí y Ahora, abajo, en la Tierra que pisan nuestros pies, con el disfraz de nuestro nombre y apellidos tan bien cosido a nuestra piel, en este lugar llamado Vida, el único propósito a lograr es VIVIR lo que me está sucediendo. Punto.

¿Cómo aprende a volar una mariposa? ¿Cómo aprende a caminar un bebé? ¿Cómo aprende a florecer una rosa? No aprende. Simplemente, lo hace. Hay una ‘fuerza’ que le lleva a realizar ese movimiento. A ‘realizarse’. Un Silencio que le indica hacia dónde dirigirse y de qué manera hacerlo. Es como si ya nacieran sabiendo. No necesitan que nadie les guíe. Les asesore. Les aconseje. Les ordene y mande. No. Lo saben sin saber que lo saben. No son conscientes de su sabiduría innata. No se preguntan ‘si por aquí o por allá’. Si tendrán éxito o fracasarán. Sencillamente, HACEN. Actúan. Accionan. Y vuelan, caminan y florecen.

Pero a nosotros nos mal-enseñan desde que nacemos (incluso antes) el quién, cómo, cuándo, dónde, por qué y para qué de nuestra vida. Creyendo que eso es lo correcto. Que nosotros solos no podremos (adiós al Poder) y que no estamos preparados para ello (adiós a la Confianza). Y esas supuestas enseñanzas, poquito a poco, van tapando ‘lo que ya sabemos que no sabemos’ hasta que lo dejamos de ‘ver’. Hasta que nos convertimos en unas marionetas de nuestras propias creencias. Reaccionando continuamente para conseguir lo que nos han metido en la cabeza (y en el corazón) que es lo que debemos hacer, sentir y ser (incluidas las metas espirituales): un matrimonio con hijos, un buen trabajo (buen=estable, indefinido), una casa con piscina, un status, una marca, una empresa, un físico, miles de seguidores, un estado meditativo permanente, la iluminación bla bla bla.

Y nos olvidamos de lo que queremos nosotros. De lo que de VERDAD anhelamos. Y lo olvidamos porque no somos capaces de Sentirnos porque nos dijeron que ‘sentir era peligroso’ porque alguien en alguna ocasión sufrió al hacerlo y así nos lo transmitió de generación en generación. Y el miedo tomó el control. Y desde entonces, lleva el mando y hace con nosotros lo que le da la gana. 

En SENTIR está la clave del ‘mientras’. 

La vida no se para hasta que tú aprendes a vivirla como ‘Dios manda’. La vida nunca muere. Si no, no sería vida… Está latiendo a cada instante. Ya estés riendo, llorando, meando, cagando, comiendo, follando, respirando, escribiendo, bailando, cantando o amando. No se detiene. No hay publicidad. No se toma un descanso. 

Queremos decirle a la vida cómo tiene que vivirse. ¿No te parece ridículo? Es como decirle a la nota ‘Do’ cómo tiene que sonar para que suene como ‘Do’. Cuando no puede sonar de otra manera porque YA es ‘do’. 

Pues eso mismo, hacemos con nosotros. Decirnos cómo tenemos que ser para Ser.

Que sí. Que podemos desaprender. Que podemos recordar. Pero eso no quiere decir que no estemos Siendo, sintiendo y viviendo ya.

Alguien me preguntó una vez, en una conversación sobre cuál es nuestra ‘misión’:

  • ¿Pero cómo sé si éste es mi camino? Le dije: Porque lo estás caminando. No hay otro.

Y es así de simple. El problema es que queremos el de la ‘vecina’, que es muy feliz y yo también quiero serlo. No lo aceptamos. Luchamos contra él. Y él, somos nosotros.

Otra cosa es que si hay algo en nuestra vida que no nos gusta y podemos cambiarlo, no lo hagamos por miedo. Ahí, ‘el camino’ no tiene nada que ver. Aunque esa decisión de ‘no hacer’ forme parte también de él. 

No eres un árbol, muévete.

Tu camino. Tu destino. Tu propósito. Tu misión es donde estás ahora. ¿Cómo vas a caminar por un camino que no es tuyo? Si estás ahí, es por y para algo. Quizás en este momento, no lo sepas. No seas consciente. Pero hay un sentido para todo. Y si no, echa la vista atrás y explícame cómo has llegado hasta donde estás. ¿Por casualidad…? A estas alturas, ya sabemos que las casualidades no existen. 

No esperes a que pase la tormenta. Conviértete en ella. Siéntela con todas tus fuerzas. Deja que te penetre hasta lo más hondo de tus entrañas. Que remueva todas tus heridas. Que las haga sangrar si es necesario. No pasa nada. La sangre es vida. La tormenta es vida. Tú eres vida. Tú eres la tormenta, no el bailecito que te pegas para que no te ‘moje’…

No bailes, SÉ el baile.

No cantes, SÉ la música.

No acaricies, SÉ la caricia.

No respires, SÉ la respiración.

No sonrías, SÉ la sonrisa.

No llores, SÉ las lágrimas.

No te cabrees, SÉ la ira.

No te deprimas, SÉ la tristeza.

No te emociones, SÉ la emoción.

No vivas, SÉ la Vida.

No ames, SÉ el Amor.

¿Que qué haces Mientras…? SÉ. SIENTE quién estás siendo. Ésa es tu Perfección. Ni la de ayer ni la de mañana ni la de aquel gurú ni la de ese maestro. La tuya, que es la única que te debería importar.

Porque, ¿sabes una cosa? Ignoramos cuánto va a durar la tormenta. El aprendizaje. El ‘mientras’. Así que ¡¡¡VIVE, joder, VIVE!!! Tu vida es lo único que tienes. Aprovéchala, disfrútala. Haz lo que siempre has soñado. Dile a esa persona que la Amas. Que te gusta. Que quieres quedar con ella. ¿Qué puedes perder? ¿Quedarte como estás? Arriésgate. El no ya lo tienes. No retengas más los ‘te quiero’. Besa. Abraza. Come lo que te venga en gana. Duerme bajo las estrellas. Acércate a la playa a ver cómo amanece. Y cómo atardece. Es precioso… No necesitas a nadie para sentir la Belleza que te rodea. Sólo te necesitas a ti. A tu Alma. A tu Corazón. Escúchalo. Escúchate. Siéntelo. Siéntete. 

Aunque el tiempo no exista, el tiempo pasa. Y tu nombre y apellidos, tienen fecha de caducidad.

Eres Libre. ¿No te lo Crees? Prueba a elegir. ATRÉVETE A ELEGIR.


Archivado en: DIARIO EM: DONDE EL CORAZÓN ME LLEVE Tagged: sentir, ser, vida