Click, click ... click-click, click... (Foto: EFE)
Al poder económico y político empieza a ponerle nervioso el 15-M. Les perturba, sobre todo, que no haya un líder contra quien cargar si algo se tuerce, alguien a quien investigar sus trapos sucios, un pelele, lo que sea… Sin cabeza visible, no pueden culpar a toda una sociedad sometida a una dura dieta de adelgazamiento y que parecía haberse quedado sin tono muscular. Pero bastó un click y, hecha la conexión, las neuronas empezaron a interconectarse y se pusieron en marcha. Millones de pequeñas descargas activaron los músculos del cuerpo y empezamos a andar. La sociedad, que parecía dormida y aletargada de opiáceos, ha despertado. El movimiento, el 15-M, se demuestra andando y eso volvieron a hacer ayer cientos de miles de personas. Hoy continuaremos andando, cada uno ya a lo suyo, pero con la cabeza imperceptiblemente más alta que anteayer. Click.
Y es que tener a tanta gente desocupada tenía que tener su contra más allá del “mal dato”, del lastre para el Gobierno y del trampolín para la oposición. Y esa contra es tener a demasiada gente con mucho tiempo para pensar. Hasta ahora, habíamos estado ensimismados en nuestros pensamientos a título individual, en la tristeza diaria o lamentándonos de la piedrecilla en el zapato. Lo que volvió a suceder ayer no fue un milagro: fue pura física. Si nos interconectamos (click), resulta que somos cientos de miles que formamos la alfombra de indignación cargada de electricidad que cubrió ayer avenidas y plazas. Ayer volvió a brotar con fuerza la esperanza: a los mayores en los jóvenes, a los jóvenes en un cambio posible, a los exiliados económicos de esta sociedad de consumo que les deportó al olvido en que ahora han empezado a soplar buenos vientos para levar anclas y poner rumbo de vuelta. Hasta a los acomodados les brillaban los ojos imaginando un aumento del consumo.
Se dice que cada sociedad tiene lo que se merece. El 15-M y el 19-J niegan la mayor. Elegimos en referéndum cada cuatro años lo que nos merecemos, sí, pero luego vienen las rebajas y nos quedan las sobras del festín y la cuenta sin pagar. Ahora tenemos la oportunidad de tener lo que nos merecemos, que no es otra cosa que un futuro, incierto, desconocido, pero futuro al fin y al cabo. Click.