Dicho así, parece que no sea cierto.
Las noticias con las que me desayuno todos los días, con las que me acompañan en la comida, así como a la hora nocturna en la que casi siempre acabo con las persianas cerradas de mis párpados; dichas noticias son casi todas tan repetitivas y tan manipuladas convenientemente por todos los medios generalistas y conducidas con el beneplácito de el poder establecido y en gran parte de lo que llamamos oposición, que efectivamente estoy en otro mundo, no en este.
Cuando salgo al mundo real, ese que al parecer tanto el poder establecido como la oposición no perciben, es entonces cuando estoy en este mundo.
Por desgracia percibo lo que en verdad ocurre, me cuentan, oigo en conversaciones que por desgracia me ponen muy triste.
Pero ya sabemos que de la tristeza no se vive, con la tristeza se acaba con cualquier ilusión que pueda trasladarnos hacia una ilusión -por ejemplo, nos quitaría la tristeza que de esos miles que nos dicen han encontrado trabajo, sea un trabajo digno y duradero-, pero me dicen, me comentan, escucho que todavía hay muchísimos jóvenes que nunca han tenido un trabajo, ni un mísero empleo.
No saben que cuando teníamos la suerte de tener un trabajo digno, incluso se podía pagar la deuda de la compra de la casa con sus letras de cambio previamente firmadas una a una y que nunca se dejaban de pagar.
Ahora sin letras de cambio, existen desahucios de dichas viviendas algunos con suicidio incluido.
Por eso y algunas cosas más, creo que no estoy en este mundo.