1) Casualidades sospechosas. Anticipándose al previsible éxito de las manifestaciones del 19-F contra el decretazo de Rajoy, varios medios pusieron en marcha el ventilador de las inmundicias. El Mundo y La Razón, con gran trompetería el primero, trataron de crucificar al secretario al secretario general de UGT Madrid con la publicación de una verdad a medias. Decir que José Ricardo Martínez se embolsa un sueldo anual de 180.000 euros en calidad de consejero de Caja Madrid es incierto. Y sostengo que es una verdad a medias porque en esa información, que casualmente coincidían en destacar esos dos periódicos, faltan algunos elementos esenciales, más allá incluso de que todo lo que perciba vaya íntegramente al sindicato. Deberíamos convenir, entonces, que José Ricardo Martínez percibe esa cantidad no a título personal sino en representación del sindicato y que, por tanto, no hace cosa distinta que los otros 21 consejeros de Bankia. Si nos parece mal en su caso, que a mí me parece mal, en justa reciprocidad habría que extender ese reproche a todos los representantes políticos, sindicales, y también empresariales, que acuden a los consejos de Caja Madrid.
2) Retribuciones escandalosas. Es obvio que nadie, en su sano juicio puede estar de acuerdo con que una entidad como Bankia, que ha recibido 4.600 millones de euros de dinero público, pueda permitirse el lujo de repartir esos fondos con tanta alegría. Indecente, por supuesto que sí, pero si es la ley la que les permite estar ahí, habrá que modificar esa norma y medir a todos por el mismo rasero. El camino más cómodo y rápido es cargar contra un líder sindical, dar munición a los que piensan que los sindicalistas son unos parásitos sociales y permitir que los suyos sigan chupando del bote. Si ampliamos el foco y examinamos la información ofrecida por la Cadena SER, podemos comprobar que, además del demonizado José Ricardo Martínez, hay otros representantes sindicales (CC.OO), políticos (PP, PSOE, IU) y de la patronal CEIM que están en la misma situación. En realidad, la doble moral de la que se habla estos días consiste en cargar contra el líder ugetista y guardar silencio cuando son los representantes del poder, o sus amigos, los beneficiarios. (Datos ampliados en Banco Financiero y de Ahorros)
3) Renovarse o... renovarse. Los sindicatos, como el resto de organizaciones sociales, no tienen más remedio que adaptarse a los nuevos tiempos. Cambiar para conectar mejor con los trabajadores, con los jóvenes y también, muy importante, con los desempleados. Marcar distancias con el poder político y económico para que no puedan ser acusados de complicidad. Velar porque la actividad de sus representantes sea intachable. Dicho lo cual, también convendría reconocer, ahora que de forma interesada arrecia el furor antisindical, el impresionante trabajo que han hecho y hacen en defensa de los trabajadores y las grandes conquistas sociales que han conseguido arrancar en la mesa de negociación o en la calle. Algunos excesos, que posiblemente se hayan cometido, no empañan en absoluto su trayectoria. Se acercan tiempos difíciles con una reforma laboral de Rajoy que, entre otras cosas, también debilita a los sindicatos. Por eso, vuelvo al principio para constatar que, tras ver las fotos y leer las informaciones que publican algunos medios próximos al PP, está claro que no habrá paz para los malvados sindicalistas.