No hacen falta más leyes, solo hacer que se cumplan las que ya están vigentes

Por Davidalvarez
Hace más de 20 años que el cormorán moñudo, una de pocas especies de aves marinas que nidifican en el Cantábrico, ya estaba en una situación crítica. Con el fin de saber qué era lo que ocurría empezamos a estudiar a esta especie desde Galicia hasta Euskadi, y durante todos estos años hemos visto como su población se desplomaba, como las colonias se iban reduciendo y como todos los datos apuntaban a la misma causa: la mortalidad en aparejos de pesca. 
En los últimos 3 años, el 80% de los pollos que hemos anillado en Asturias han muerto en aparejos de pesca antes de cumplir los 6 meses de edad. En Galicia la situación es similar y en Euskadi, aunque la población reproductora no está sufriendo tanto como en Galicia y Asturias (podéis descargaros un informe completo en este enlace), cada vez son más numerosos este tipo de muertes.

Ayer mismo me enteraba por mi amigo Jon Hidalgo, que está trabajando con esta especie en Bizkaia, de una nueva muerte más. Se trataba de uno de los cormoranes que habían anillado como pollo el año pasado, que moría en en las fauces de un perro en el Puerto de Castro Urdiales . 
Al examinar el cadáver se observó que tenía enredado un aparejo de pesca, en este caso un aparejo de pesca deportiva. El animal, seguramente debilitado, se encontraba en una roca en el puerto, sin apenas fuerzas para poder pescar o volar, cuando un perro que estaba suelto por el paseo se lanzó a por él y acabó con su vida.

En este caso, el ataque del perro se podría haber evitado con solo cumplir la legislación municipal, que en su artículo 12 de la ordenanza sobre este tema dice literalmente que "en las vías públicas o privadas de uso común, los animales de compañía habrán de circular acompañados y conducidos mediante cadena o cordón resistente que permita su control". Seguramente ese cormorán hubiera muerto de todas formas, pero quizás también podría haber sido capturado y llevado a un centro de recuperación donde podrían haberle salvado.
Como ya hemos dicho muchas veces, no hacen falta más leyes, lo único que hace falta en la mayoría de los casos es hacer que se cumplan las que ya están vigentes. Pero no se hace, y la administración, primera responsable de velar porque se cumplan, sigue mirando hacia otro lado. Y mientras todo esto ocurre, ya nos hemos cansado de pasar datos, de explicar el problema y de proponer medidas para revertir esta situación. Pero seguimos viendo con nuestros propios ojos como otra especie camina inexorablemente hacia su extinción. Y seguimos escuchando las mismas excusas de siempre, seguimos viendo como se escurre el bulto escudándose en un problema de competencias entre Medio Ambiente y Pesca. ¿Sirve para algo un plan de manejo de la especie que no se cumple? ¿Sirve para algo una legislación pesquera que tampoco se cumple? 
Cuando ya no quede ningún moñudo en nuestras costas, cuando sigan el mismo camino que los araos que hace menos de un siglo se reproducían por miles en esas mismas rocas, cuando los acantilados se queden queden desiertos, cuando se los hayan cargado a todos, entonces a algún iluminado se le ocurrirá pedir un proyecto de reintroducción en el que se gastarán ingentes cantidades de dinero. 
Y la administración, que hasta entonces no había mostrado el menor interés, se apuntará al carro mediático. Y saldrán en la prensa cebando pollitos de cormorán moñudo, y saldrá el consejero de turno soltando pájaros a la mar equipados con todo tipo de artilugios de seguimiento para los que ahora no hay dinero. Y nos hablarán de su compromiso con la vida silvestre y la naturaleza, y organizarán concursos en los colegios para poner el nombre a los pollos, y publicarán folletos y colocarán carteles. 
Y yo me cagaré en todos ellos y me llamarán cafre y aguafiestas.