Raúl Rentero - La onda expansiva
He dejado que pase la marejada para lanzar esta onda, pendiente como he estado de la actividad del Málaga, C.F. y su posicionamiento dentro del conflicto. Y daremos la que toca de metralla con el espíritu crítico de la onda expansiva que como ya se dijo solo pretende llevar a la afición malaguista la imagen que externamente el equipo de la Costa del Sol deja en los posos nacionales. Y no es otra que, a día de hoy, vigilia de la Liga Resucitada, aún no tengo claro qué papel ha jugado el equipo del Jeque, y su junta directiva, en el turbio asunto de la huelga de marras. Porque en un principio los medios informaban de que el Málaga se posicionaba junto a los equipos que preferían jugar, para pasar luego a un segundo plano y quedar, aunque sea englobado por olvido, en las directrices de la Liga de Fútbol Profesional.
Desde el principio he pensado que al Málaga le perjudicaba un parón liguero. Ya de por sí perjudicado por el parón de las selecciones internacionales. Porque bien sabe el físico que cuando se trae cierta inercia positiva lo mejor es dejar que las cosas sigan su curso y no decelerar ni para cambiar de marcha. El equipo de Pellegrini venía de ganar contra Real Sociedad a domicilio y Espanyol en la Rosaleda y, estoy convencido de que, si la afición boquerona hubiera tenido potestad de votar la jornada, seguro que hubiera elegido jugar el partido contra el Levante (trampa mortal por cierto de la que convendría empezar a hablar en serio) el fin de semana pasado.
Nos hemos cansado de escuchar que, en el fondo y principalmente, los clubes de fútbol son empresas y que el fin último de una empresa es ganar el máximo dinero posible. No podrá ser el Málaga, C.F. el adalid de otra concepción futbolera, siendo, como es, un pescado comprado en lonja al mejor postor que vino de Oriente. Pero, en verdad, si a estas alturas del cuento aún pretendemos simplificar el complejo mundo futbolístico a una simple maraña de sociedades limitadas, anónimas o socio-deportivas, es que tenemos el conocimiento justo para pasar la vida con lo puesto.
Si no que se lo pregunten a los 30.000 aguerridos que cada domingo acuden a la Rosaleda, a dar la de memoria, compromiso y fe. No veo yo a tantos seguidores llenando las gradas de un palacio de congresos cualquiera cuando Microsoft presente su Windows 2012. Ni en las aceras recién inauguradas por Ferrovial. El fútbol es otra cosa. Y quizás habría que ir pensando en trasladar sus valores (los buenos) al resto de la economía. En estos tiempos de crisis que no parecen acabar nunca no estaría de más que alguien analizase por qué desde los estamentos públicos animan a la reactivación de todos los sectores mediante el consumo de las familias, consiguiendo una pobre respuesta, mientras hasta el más miserable de los aficionados (entiéndase miserable en términos dinerarios) hace lo imposible por renovar el abono del club de sus amores.
Será porque seguramente podemos pasar de comer Pan Bimbo a Pan Dia, vestir de chino o mercadillo o seguir conduciendo el Panda de toda la vida en lugar del BMW. Pero no podemos prescindir de los sentimientos.
Y para ellos, para los sentimientos, no hay huelga que valga.