Llegado este momento, toca desmadejarse un poco. Como ateneísta se impone felicitarse porque, uno ha visto parcialmente hecho realidad el sueño de unir corazones que potencien y agiten la vida cultural de Palencia, que remuevan conciencias, que susciten ideas, que nos sorprendan de vez en cuando con la palabra de un autor, de un cantautor, de un artista. Pero no se fien, no piense nadie que remover o agitar conciencias es un lema cualquiera y ya está todo hecho. Por idéntica ilusión pasé con la fundación de Fuente Cobre a primeros de este siglo. Y alcanzamos los 300 socios en la montaña, un record de milagro en un lugar tan lejano, de todas las manos olvidado.
Por un lado, me gustaría poner punto final a esta Madeja. Lo medito, lo doy vueltas. O me arrastra el entusiasmo, o me descoloca la apatía, que ambos luchan por imponer su criterio a estas alturas de la vida. El entusiasmo porque te siguen rondando ideas en la cabeza, como para no descansar nunca y, la apatía, que se cuela por todos los resquicios hasta apagarte por completo. Apatía, sobre todo, porque percibes el desinterés tan devastador de los demás ante las necesidades que tú expones un día y otro de su ciudad y de su pueblo.
Ya he gritado bastante, ya he gritado durante cuarenta años y no sé si ha servido para algo. Mi amigo Fernando Martín Aduriz seguro que me dice que estamos en la mejor edad, que este momento es el idóneo para brindar por el próximo año, que hay que seguir haciendo la ronda.
Por si toda esa dedicación que estas entregas me suponen fuera poco, por si fuera poco dedicarse a ello desinteresadamente, sigues aporreando las teclas de la máquina, porque esperas el grito de tu tierra, porque esperas una recuperación que vuelva a lucirle la cara, aunque los milagros tengan fecha de caducidad, y aunque siempre te nazcan enemigos, ilustrados cobardes, gente desinteresada de todo lo que no sea su pobre vida, que vienen a lanzarte piedras cuando lo único qué pretendías era una carretera mejor, un centro de salud abierto, un mejor aprovechamiento de los recursos, todo lo mejor para ellos, puesto que tu estás lejos y a tí estas guerras ya no te aprietan en el cuerpo.
Me he apuntado este fin de año, como fundador, al Ateneo de Palencia, con el mensaje claro de que debemos darle voz a la montaña también. Esta montaña que se nos va deshabitando, que se va quedando en la más absoluta soledad sin que nadie haga nada para cambiar el curso de las cosas.
Si van a seguir ustedes en la misma onda, me lo dicen, que mis bártulos apenas ocupan lo que ocupa un cestillo de ropa y me voy con mis dolencias a otro sitio. La vida es un bien muy preciado que pasa ligero y no permite hacer paradas largas ni proyectos inmensos, y no merece la pena perder el tiempo lanzando proclamas a quienes viven dentro y no tienen la intención de cargar con su parte de responsabilidad.
Es posible que espere un poco más, pero no será por la esperanza ni la ilusión que percibo de los demás.
No será por las esperanzas que a estas alturas de misión me quedan de reserva.
@ De la sección La Madeja, en "Diario Palentino", 2016