El "No hay pan para tanto chorizo" es un eslogan sencillo, potente y didáctico, perfecto como resumen de un sentimiento colectivo, una frase concluyente que plasma con maestría la situación actual de España, un país que parece gobernado por un charcutero y dominado por una clase política donde existen demasiados ineptos, aprovechados, egoístas, arrogantes y ladrones.
El "No hay pan para tanto chorizo" difunde muchos mensajes a la vez: que ya no queda dinero para robar, que hay demasiados delincuentes en el sector público, que el pueblo está indignado y que el país, por obra de sus políticos, ha sido convertido en una inmensa fábrica de chacina.
En torno a ese eslogan es posible articular una rebelión cívica y un movimiento de regeneración ilusionante, siempre que logremos preservarlo precisamente de esos chorizos que han destruido España y que ahora, asustados, pugnan por desacreditar y eliminar la rebeldía ciudadana que no controlan.
El Estado está utilizando tuda su sutileza y que, por fortuna, ya no es mucho porque está atrofiado por el exceso de poder y de dinero, para aplastar el movimiento rebelde. La policía se infiltra en las manifestaciones y practica la violencia para desacreditar a los pacifistas; los periodistas comorados resaltan la estética negativa del movi,iento y otros errores, también para desacreditarlo; los políticos fingen que se adhieren a sus demandas, pero en el fondo odian a los indignados y los consideran sus auténticos enemigos; los grandes empresarios que hacen negocios con el poder, la derecha que espera sustituir a la izquierda en el festín público, los cientos de miles de enchufados y sinvergüenzas que viven de los fondos públicos, los nacionalistas que viven a cuerpo de rey chantajeando al Estado y otras tribus impresentables del Estado español sueñan con destruir a los indignados para que todo siga igual.
Pero el movimiento, a pesar de sus debilidades y de haberse dejado dominar, muchas veces, por los agitadores profesionales de una izquierda mezquina que es, precisamente, la principal causante de la ruina de España, está sirviendo como catalizador y como vehículo para que millones de españoles hartos de ver a tanto sinvergüenza en el poder se manifiesten contra la canalla política y exijan cambios drásticos.
Los políticos están asustados y apenas son ya visibles. Búsquenlos por las calles y verán como parece que la tierra se los ha tragado. Están esustados y esperando que escampe para seguir disfrutando de un sistema que ellos han pervertido para convertirse en los "nuevos amos".
Ya sólo confian en esa policía que ellos han equipado y entrenado con mimo para que les defiends de la indignación popular. Perro olvidan que la policía, por muy entrenada que esté, es pueblo, al igual que los soldados, y que cuando descubran que los malos no son los que salen a las calles, sino los que se esconden como ratas, entonces volveran sus porras y sus fusiles hacia los palacion y despachos donde se cuecen la corrupción, la injusticia y el abuso.