No he tenido yo jamás conciencia de tener una vida interior, pero preguntadme si he sentido la punzada del hambre o el delirio de la carne.
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Hay días que gimen volutas de oro. Días con precipitada vocación de asombro. Días emboscados en júbilo. Días disciplinados que transcurren sin estrépito. Días de luz copiosa al borde exacto de un beso. Días de un vértigo caudaloso y de una fiebre dulcísima. Días felices sin efectos secundarios. Días de sangre contada y de sangre besada. Días de semen sinfónico con olor a almendras. Días con letras de bolero. Días para no pensarlos.
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Imposible acompañar a Catulo de putas por Roma. Ya no hay Catulo y Roma no es lo que era. Está intransitable. Huele a escombro Roma. Los burdeles hace tiempo que fueron retirados a la periferia y las putas se confunden con las mujeres de los cónsules.