Muchas veces intentamos explicar y argumentar las ventajas y desventajas de decisiones tomadas, pero hay cosas que solo se aprenden con la vivencia personal. No juzgar a otros es un excelente primer paso en la aventura de criar a nuestros hijos
Antes de tener a mis hijos pensaba en mi mente en la madre ideal. Siempre quise una familia numerosa y estaba segura, quizás por ser joven, de lo que haría y lo que no en el embarazo, con la lactancia, en la crianza, con mi pareja y con mi trabajo: sentía que lo sabía todo y lo peor es que actuaba como tal.
Cuando veía en mujeres más grandes actitudes que no me gustaban, ya con sus primeros hijos, las criticaba y juzgaba sin ningún tipo de simpatía. Ya tenía la lista de todo aquello que no iba a repetir de mis padres y le iba sumando lo que veía en mi entorno.
La lista era interminable, pasando por aspectos como la comida, el biberón o la ropa. Para todo tenía mi receta oculta que iba a ser obviamente mucho mejor de lo que pasaba en el resto del mundo. ¿Soberbia? Quizás sí. Si cada familia es un mundo, cada madre hace lo que puede con lo que tiene en el momento que debe y eso, amigas, ya es el logro más grande que se puede pedir.
¡Qué equivocada estaba! Hoy lo veo tan claro. Ahora, al observar madres con hijos mayores a los míos solo veo lo que están viviendo y cómo lo manejan. Y cuando las madres más jóvenes insinúan que lo que hago está mal, las ignoro. Ya sé que en algún momento, cuando vivan sus propias experiencias, entenderán que de la teoría a la práctica la distancia es enorme.
- Pensé que nunca iba enojarme con mis hijos. Y lo hice.
- Pensé que jamás iba a discutir con mi marido enfrente de ellos.Y lo hice.
- Pensé que a mí no me iban a tener que llamar cinco veces para que vaya a ver qué necesitan, pero me pasó.
- No estaba en mis planes olvidar comprarles o conseguirles cosas para el cole. Y fallé.
- No estaba en mis planes convertirme en una máquina de repetir lo mismo día a día, pero así soy hoy.
- Pensé que iba a tener la misma cantidad de fotos de cada uno de mis hijos, pero no fue así.
- Juré recordar cada momento de sus vidas, cada primer paso, primera comida, primera palabra, pero no pude.
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