Todos coinciden en el centro
No había leído nada de Carlos Zanón hasta ahora. Le conocía por referencias de algún colega, por leer alguna crítica en algún medio especializado, una muy especial de Julián Ibáñez, y también por escucharle recitar poesías en la radio. Sabía que sus novelas se asentaban en Barcelona y me imaginé, creo que por labor de otros más que por mí mismo, que su escritura era una mezcla entre Gutiérrez Maluenda, Vázquez Montalbán y González Ledesma. Qué conste que los he citado como a los árbitros de fútbol, con dos apellidos, lo cual tiene mérito y recuerda a faenas sobre el césped, salir del campo protegido por la policía y odiarle media humanidad al mismo tiempo que le mentaban a la madre. Pero no, Zanón sólo tiene un apellido, lo cual le hace aún más sospechoso.Para los amantes de la novela negra que no hemos visitado físicamente Barcelona, debo ser el único, la ciudad condal se asemeja a una sucesión de hechos delictivos, el barrio chino mezclado con los chanchullos del Raval, Pedralbes con las calles desoladas del Carmelo, en fin una realidad literaria que nada tiene que ver, supongo, con la verdad. También, y es muy cierto, que pocos autores se han recreado en el lado delictivo de la ecuación policial, sólo en la ciudad condal que recuerde me parece que Andreu Martín, aunque claro, ese señor ha tocado todos los palos. Zanón nos muestra otra ciudad, con menos sabor que la mostrada por otros pero más exportable. Evade la acción de las zonas más conocidas de la ciudad y la sitúa en un ámbito mucho más cotidiano. Lugares donde vive la clase media o los trabajadores cualificados y el centro de la ciudad donde todos confluyen tanto los honrados como los que no lo son tanto. Porque la presente novela tiene dos pilares y el fundamental es el de los personajes que se dedican a delinquir.
En la calle todos son unos príncipes. Todos han tenido un pasado mítico, maravilloso, y solo la mala suerte, la maldad y las drogas los han llevado hasta allí. Y todo siempre es mentira y verdadLa delincuencia tomada como parte de la vida, casi como una manera de vivir y para hacerlo y ser efectivo, no tener lazos con el mundo real. Pasar de cualquier tipo de atadura social, ni siquiera la vivienda, los delincuentes protagonistas de la obra pasan de dormir en un cajero a vivir de okupas. Sin cuentas en el banco, sin facturas pendientes, a modo de outsiders, un tipo de personajes que hasta ahora han sido ajenos, porque, para que negarlo, somos latinos y como tales muy apegados a nuestros pueblos, barrios, amigos o familias. No son unos delincuentes al uso, ni en sus maneras ni en sus formas, son como un adminículo de la vida diaria de la que intentan vivir al modo garrapatero, en el peor sentido de la expresión.Una de las cosas que más me han llamado la atención ha sido la prosa de Zanón. Plagada de enjundia, con unas formas y un recorrido tremendamente personal. En definitiva, sumamente interesante porque tiene mucho de novedoso. Se ayuda con las prosa y las situaciones a perfilar el carácter de los personajes, siempre, en cada párrafo que muestra su pensamiento nos deja una ligera resma que nos ayudará a comprenderlo, sirva como ejemplo:
El último viaje, piensa Cristian de manera sorpresiva, el último viaje en los autos de choque. Aquello le recuerda un verano, de crío, en que su padre le dio una última moneda para el último viaje del verano en los autos de choque. Ahora es lo mismo. Y lo es porque, igual que entonces, sabe que las palabras no saben mentir cuando se llega al final. Al final de verdad. El final de los finales. Sin rendición ni prórroga. El próximo verano no será igual. El amor se enfría en la distancia. El amor solo sirve si es tóxico, si te anula, si te quita el aire a tu alrededor, como el aire que rodea a un suicida que, aunque quiera respirarlo, no puede hacerlo. El amor no pide espacio ni respeto: lo fagocita, quema por completo el oxígeno que le rodeaDebo, casi para terminar, resaltar el final. Inesperado, sorpresivo y de lo mejorcito de la obra. Sin duda se han barajado varias opciones como final pero está meridianamente claro que se ha acertado con el que se ha colocado. Un final que remata la otra de manera sorprendente.En resumen, y ya termino para alivio de muchos, me ha parecido una obra muy interesante, peculiar y que nos muestra que hay pujanza en la escritura de Carlos Zanón, le hubiera venido bien a la novela un poco más de brevedad para ganar así en intensidad, aunque es una opinión muy personal. De todas formas me parece que con una obra semejante tenemos autor para rato y mejores cosas llegarán en el futuro, eso seguro.RBA, 2012Compra en Estudio en EscarlataSergio Torrijos