Tres segundos tardó el balón en recorrer los 50 metros que separaban el pie de Nayim de la portería de Seaman cuando el jugador del Real Zaragoza recogió el rechace de Andy Linighan. En el último minuto de una final europea, un golazo, una parábola hacia la eternidad.
Tanto es así, que 20 años después, se sigue celebrando la genialidad de un ceutí con la piel de gallina.
Tras ganar la Copa del Rey de 1994, Andoni Cedrún, prometió traer la Recopa de Europa a Zaragoza. La historia iba a darle la razón tras depararle estos 120 minutos: