Revista Coaching

No me hables de enfermedades gracias. Estrategias para evitar que te hablen de ellas

Por Sedona


No me hables de enfermedades gracias. Estrategias para evitar que te hablen de ellas.
Puede que seas de los que les gusta que les hablen de enfermedades y les cuenten cuántos puntos le pusieron a tu interlocutor o a su vecino del quinto (que tú ni siquiera conoces), qué se le infectó y cuándo, dónde y cuánta pus tuvo, etc. Si es así no sigas leyendo, esta entrada no te va a gustar. Quedas advertido.
Que conste que no me refiero a saber cómo se encuentra alguien a quien conoces y si ese alguien ha pasado por un parto, por ejemplo, y no fue un parto rápido o fácil, pues es lógico que te digan cómo fue y la verdad es que de partos no me han contado nunca nada tan específico y desagradable como los ejemplos que pongo arriba. 
Una vez incluso me enseñaron una cicatriz de una operación de hacía dos semanas antes de que tuviera tiempo de reaccionar. ¿Te ha pasado eso alguna vez?
A lo que me refiero es a personas que se desviven por darte detalles que a ti no te interesan lo más mínimo, sin que tú muestres interés ni preguntes, entre otras cosas porque no puedes hacer nada por disminuir el número de puntos que le han puesto.
Por eso cuando a mi madre necesitó quimio hace algunos años, mis hermanas y yo lo tuvimos claro, entre nosotras nos apañaríamos para acompañar a mi madre, nada de tías, cuñadas y demás familia, porque a pesar de su buena voluntad siempre están hablando de enfermedades y de lo mal que evolucionaron, etc.
Además le llevábamos un ordenador con películas divertidas que le enchufábamos a mi madre para que se le pasara antes el tiempo. Y conseguíamos nuestro propósito. A pesar de todas las horas que pasábamos allí mi madre ni se enteraba y vio bastantes películas. La otra finalidad era evitar que mi madre se enganchara con alguien que le preguntara qué tenía y le contara qué tenía ella y que su atención estuviera centrada en enfermedades, en lugar de en curarse. Observé con estupor cómo el 90% de la gente que iba no llevaba nada para entretenerse, ni un sudoku, ni una revista, ni un libro. Y les veías mirar cómo les ponían a otras personas vías, tratamientos, etc. con un interés casi morboso.
Una vez mientras colocaba el ordenador y los cascos se me “coló” una señora que empezó a contarnos todas las cosas malas que le habían pasado con su enfermedad, e incluso intentó enseñarnos la cicatriz, cuando nos preguntó que si queríamos verla le dije que no. Yo había estado haciendo una descarga con mi madre para que olvidara la aguja, y lo demás, y vió cómo mi madre se relajaba y empezaba a sonreír así que se acercó a preguntarme. Cuando le dije lo que había hecho me interrumpió y empezó a contarnos sus detalles. Mientras, yo seguía colocando todo, y cuando lo tuve le empecé a meter los auriculares a mi madre en las orejas (aunque ella lo podía hacer) ya que mi madre ya se había enganchado a la conversación. Y puse la película. Subiendo el volumen me volví y le dije que le deseaba una pronta recuperacióny que con todo lo que le había pasado ya, probablemente lo peor había quedado atrás, y antes de que me contestara me puse los cascos y me puse a ver la película.
No me hables de enfermedades gracias. Estrategias para evitar que te hablen de ellas.
Ayer me pasó algo parecido. Fui al hospital a ver a un familiar. Cuando la acompañante de la persona de la cama de al lado me empezó a preguntar que qué tenía mi familiar, a quien no le habían dicho lo que tenía, le dije que no lo sabían y le estaban haciendo pruebas y les quedaba para largo, fue una estrategiapara desviar la conversación. Y no funcionó. 
Entonces empezó a darme todos los detalles de lo que le pasaba a su madre, con toda clase de detalles desagradables incluidos, mientras yo no hacía nada para mostrarle que me interesaba, sino que por el contrario miraba para otro lado, para el suelo, y al final me puse a pensar en mis cosas cuando no funcionó. La vez anterior que me pasó algo parecido se me ocurrió que diría que era hipocondríaca, pero se me olvidó. Todo esto mientras me seguía contando cómo movilizar las flemas estancadas en los pulmones.La siguiente vez que nos encontramos en el pasillo iba preparada, con mi móvil, con el que aproveché para mandar what’s up a clientes y amigos, e incluso seguir leyendo un libro sobre el funcionamiento del cerebro que compré por internet y tengo en el móvil, y así evité otra conversación.
Es curioso cómo cuando durante las sesiones de Coaching nadie me da muchos detalles sobre temas físicos, suelen pasarlo un poco por encima y suelo ser yo a veces la que pregunta, fundamentalmente por saber si fue traumático y poder liberar el trauma. Porque estas personas suelen estar enfocadas en que han superado algo o están en proceso de recuperación, por lo que no le dan más importancia.
En definitiva, no es positivo para nadie estar hablando de enfermedades y de los detalles desagradables al respecto, que suelen provenir de personas que siempre están buscando información del mismo estilo para compartir contigo, no de un hecho casual o puntual, y suele estar relacionado con una baja autoestima, la persona habla de sus enfermedades para llamar la atención. De hecho en lo que se concentra el cerebro es lo que nos da, y si lo alimentamos con datos sobre enfermedades, sin ser médico o personal sanitario (que lo hacen desde la perspectiva de solucionar el problema) tendremos más tendencia a tener más temas físicos y enfermedades, e incluso empeoraremos los que tenemos. De hecho un estudio con personas que padecen de Síndrome de Intestino Irritable concluyó que prestaban más atención a cualquier síntoma relacionado con su dolencia desde el primer momento que quienes no padecían esa enfermedad. Es decir su atención se concentraba en los síntomas desechando lo demás.
Porque no tiene nada que ver centrarse en lo que va mal con centrarse en qué está mejorando o en cómo se puede mejorar, que es la perspectiva saludable, ya que el primer deber de un enfermo es ayudar al médico poniendo de su parte todo lo que pueda, y con la mejor actitud, no esperar que sea el médico el que “lo arregle todo”, porque estaremos limitando los efectos del tratamiento. Además si tienes en cuenta que un gran número de enfermedades están causadas, directa o indirectamente, por el estrés, se impone tomar cartas en el asunto y no adoptar una actitud pasiva.
Estrategias:
1. Huir de estas personas es la mejor estrategia ya que es muy estresante oír hablar de estos temas que nos llevan a imaginarnos cómo debía ser la herida o cualquier fluido del que te hable la persona, lo que, igual que cuando vemos a alguien en una película sangrando o con una herida abierta, y salvo que seas médico, nos produce un poco de repelús y sube nuestro nivel de estrés, lo que no nos beneficia.
2. Dile que eres hipocondríaco. Salvo que sea alguien de confianza no le digas que no te gusta que te hablen de enfermedades, porque te va a mirar como si vinieras de otra galaxia y además no le va a gustar. Sin embargo si le dices que cuando te cuenta algo de una enfermedad tú empiezas a sentir los síntomas en unos minutos y le pides que no te haga esa faena, posiblemente te haga caso.
3. Puedes intentar cambiar de tema, pero probablemente al mínimo descuido volverán al ataque, así que te recomiendo las dos anteriores. O mejor aún las dos anteriores a la vez, si puedes, le dices que eres hipocondríaco y te vas porque estás empezando a sentir los síntomas.
¿Qué otras estrategias has usado o se te ocurren?
No me hables de enfermedades gracias. Estrategias para evitar que te hablen de ellas.


Volver a la Portada de Logo Paperblog