Revista Infancia

No me hace ni caso, yo quiero un niño mimoso

Por Celia Garabaya @britishbubbles

los niños mimosHay muchas cosas que influirán en la personalidad y el carácter de nuestro niño. Aunque por suerte mucho tiene que ver con nosotros y sobre todo con la educación. Durante los primeros años debemos tratar de educar a nuestro niño, pensando en el mundo que nos rodea y como tendrá que relacionarse con él. Hay gente a la que no le gustan los niños mimosos y otras personas que les gustaría tenerlos. Y en nuestras manos está mucho para conseguir que el niño sea más cercano o más apartado de nosotros. Vamos a ver que es mejor y como podemos actuar.

¿Qué es ser mimoso?

Antes de empezar a hablar sobre niños mimosos. Debemos dejar un concepto muy claro. Los niños mimosos no tienen por que ser niños mimados. Que son cosas totalmente diferente. Vamos a ver las dos definiciones para que nos podamos hacer una idea y entender mucho mejor el concepto.

Niño mimoso: Es el niño que le gusta o disfruta recibiendo mimos. Según la RAE, hay dos tipos de mimos. Los físicos y según el comportamiento. Cuando hablamos de un niño mimoso, estamos hablando de los físicos. Así conocemos las caricias, abrazos… A los niños mimosos les gusta la cercanía con alguna persona concreta que suele coincidir con la figura de la madre.

Niños mimado: Es al niño al que se le consiente todo. Independientemente de los mimos físicos que reciba. Todo lo que pide lo tendrá, no tiene casi normas de convivencia.

Como vemos son conceptos totalmente diferentes. El primero no es malo. Aunque como siempre en exceso puede tener problemas a la larga. No tiene nada de malo que el niño sea muy mimoso. El problema surgirá cuando el niño no pueda vivir sin esos mimos y le cree una dependencia. Como siempre que el niño dependa fuertemente de algo, lo único que trae son problemas.

A diferencia de los niños “mimados”. Quienes la falta de normas y conseguir todo lo que quieren. Les está desvirtuando la realidad en la que vivimos. Ya que en un futuro, llegará un día en que el niño no pueda conseguir algo o tenga que comportarse de cierto modo en algún sitio. Y será incapaz. Lo que hará que al niño le cueste una barbaridad adaptarse a la sociedad.

¿Qué es mejor?

Cuando hablamos de niños no podemos decir que un niño es mejor cuando es o no mimoso. Todos los niños son diferentes. Y cada uno tiene su lado bueno y su lado no tan bueno. Pero, no hay problema ya que le querremos haga lo que haga.

Normalmente los niños adoptan la misma actitud que tiene por lo menos alguno de los

niño mimo a mamá
padres, como veremos a continuación en que hace a un niño mimoso.

Por lo general, los padres, cuando tenemos un niño. Solemos querer que se parezca lo máximo posible a nosotros. Algo curioso. Ya que incluso en cosas que nosotros consideramos que no lo hacemos muy bien. Nos gusta ver como nuestro niño es igual que nosotros. Ésto tiene una explicación muy sencilla. Una de las mejores ventajas de tener un niño y ser padre. Es revivir lo que ya hemos vivido. Las etapas de la vida se van para no volver. Y por lo general la época de la infancia es una de las mejores que hemos vivido. Sin preocupaciones, jugando, soñando… Cuando llegan los niños, extrañamente, ese tiempo vuelve a nuestras vidas. Y cuanto más se parezca nuestro niño a nosotros. Más fácil y mejor recordaremos nuestra infancia. Querremos que nuestro niño viva todas las experiencias buenas que nos pasaron a nosotros. E intentaremos evitarle todo aquello que nos hizo daño o que nos dejo huella.

Por eso, por lo general cuando nosotros somos mimosos, lo que queremos y necesitamos es que nuestros niños también lo sean. Así tendremos alguien con quien compartir y a quien cubrir a besos.

¿Qué marca su personalidad?

Hay una cosa que no hacemos más que escuchar ya que está muy de moda. Se trata de la genética. “Eso es genético, no se puede cambiar”. “Los niños están predispuestos a…” Es curioso, ya que si es cierto que nuestro ADN, tiene una serie de datos sobre la información de nuestro mundo y de nuestro cerebro. De hecho, desde muy pequeños ya podemos clasificarlos y enmarcarlos en un grupo. Como si no pudiéramos hacer nada, “ese niño es hiperactivo, llévalo al psicólogo y dale pastillas”

Nada más lejos de la realidad. Es cierto que hay personas que tienen un carácter, o que están predispuestas genéticamente a algo. Pero, esto no indica que no pueda cambiar y evolucionar. Si nos fijamos en el resto de animales, vemos que desde que nacen tienen el cerebro totalmente desarrollado. Mientras que los humanos seguimos desarrollando nuestro cerebro y nuestro intelecto, incluso años después de haber nacido. Esto es fundamental para entender que nuestro cerebro y nuestro concepto de entorno y relaciones, se desarrolla en gran parte una vez que estamos en el exterior. Con lo que durante los primeros años, será posible el cambiar muchos de los aspectos que creemos que ya están predeterminados en el niño.

Este por ejemplo es el caso de los niños mimosos. Desde antes de los 6 meses de edad, podremos ver hacia donde tira y la necesidad que tiene de besos y caricias. Y será el entorno el que pueda cambiar su carácter.

Veamos un ejemplo. Si tenemos un niño muy mimoso, al que no hacemos nada de caso. Después de un tiempo sin darle más caricias que las necesarias, se dará cuenta que por mucho que pida o llore no va a conseguir un resultado. Con lo que como cualquier adulto, llegará un momento en que desistirá de seguir pidiendo mimos. Es algo muy similar a dejar llorar cuando están en la cuna.

Mi niño no me hace ni caso.

Este caso es más complejo y requiere de mucha paciencia y sobre todo muchos mimos por nuestra parte. Hay niños que desde que nacen son mucho más independientes que otros y no necesitan mucha atención. Se entretienen solos y aunque vayas a jugar con ellos, puede que no te hagan ni caso. Tan solo en algunos momentos en que les interesa. Aunque muy pocas veces para conseguir tan solo un abrazo o un beso.

Suele ocurrir cuando la madre y el padre son totalmente diferentes y uno es muy mimoso y el otro más independiente. Si el niño adopta el carácter o la personalidad del padre independiente. El que de verdad lo notará será el padre mimoso. Ya que seguro que está deseando que su niño se le eche en sus brazos y se pase el rato recibiendo y dándole mimos. Lo que puede frustrar mucho.

Debemos tomarlo con calma. Es evidente que un niño muy independiente, nunca va a ser excesivamente mimoso. Pero, si que podemos conseguir que el niño nos haga más caso y que por lo menos de vez en cuando podamos agarrarle y achucharle todo lo que queramos.

La clave está en no desistir. Y tomárnoslo con calma. En un principio, si le damos muchos besos el niño se sentirá muy incomodo. Y es posible que nos aparte la cara con la mano. Así es que lo que tenemos que hacer es acostumbrarle a nosotros y a nuestros besos. Yo no veo mal en dar besos a nuestro niño aunque no quiera. No le hacemos daño y le socializamos a la vez que le trasmitimos cariño. Y conseguimos que en un futuro le sea más fácil el expresar sus sentimientos.

Aunque la cuestión no es enfadarle. Tómalo con calma y si ves que un día está muy cabreado y le sienta muy mal que nos lo comamos a mimos. Déjalo y sigue al día siguiente. Si perseveramos con unos cuantos mimos todos los días, al final conseguiremos un gran resultado. Y algún que otro abrazo que echábamos de menos antes de empezar con los mimos.


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