No me pidas actos de fe – @PoetaImpostor

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que hablamos por encima y a las prisas. De eso no queda nada. He olvidado incluso lo que dijimos, lo que te dije, lo que dejamos de decir. Sin embargo aún tengo lo que quise decirte, y créeme si digo que eso encoge mi corazón con bastante crueldad. Sin piedad. Sin clemencia. Es como un tribunal: yo soy el acusado y todos los te quiero y los te amo se me han volcado en contra mía. Claman mi cabeza. Exigen que no vuelva a ver la luz del sol. Están quitando con uñas y dientes pluma por pluma lo que una vez fueron dos alas que servían para acunar tus sueños en mi pecho y ser tu héroe durante las tardes lluviosas.

Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que no dijimos nada de lo que solíamos decir. La última vez. La primera vez que nos saludamos sin abrazarnos. La primera vez que nos miramos sin decir nada medianamente cariñoso. La primera vez que tú sonreíste pero yo no me encontré como razón. Y no. No pretendo sonar a la víctima. ¿Te acuerdas? Esa vez —aunque no recuerdo de lo que hablamos— a mi no me importó nada de lo que te sucedía. Estaba más bien ocupado en mi propio escape. En salir de ahí, de ti, de los rezagos. Recuerdo que una vez nos dimos la vuelta, tú no te despediste ni yo te deseé buena suerte. Buena vida.

Sé que ninguno se fijó de meta volverse a cruzar en el camino del otro.

Ha pasado medio año. Lo tengo marcado en la piel en forma de cicatrices de guerra tal como un preso lo hace para no perder la noción del tiempo que lleva encerrado en cuatro tristes paredes. Lo tengo en las heridas que se vuelven a abrir cada día catorce. Se abren por un momento y entonces vienes tú a desearme éxitos. Se abren, sangran un poco y me dejan el sabor amargo de tu partida. Sólo para volverse a cerrar. Cargo con una condena que parece ser perpetua. Un mal karma. Un dolor de cabeza continuo. Un vacío en el corazón que tiene mi cuerpo frío. Sin esperanzas. Sin ilusión. Sin ganas de encontrar mi destino.

Quiero colgar los zapatos en el diván y no saber más.

No debería escribir. A decir verdad llevo meses negándome lo único que he amado de forma apasionada. A lo único que le he sido fiel. A la máquina de escribir que no importa en cuántas citas la haya plantado por irme contigo, siempre me espera en casa con papel y tinta. Llevo meses negando lo que siento porque si nos sinceramos en el fondo te sigo amando y eso es peor que aceptar que vivo en una celda de apenas doce metros cuadrados.

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